Hoy
te observe mientras dormías, encogida y flácida, casi en posición fetal; escurrida
por el deterioro físico en un estado transitorio de destrucción acelerada, -estabas
tumbada a la izquierda- y calzada con una almohada. Dormías profundamente o
viajabas en algún lugar de tus fantasías más remotas, un lugar inaccesible que
solo tu habías descubierto en esos paseos de profundidad por los laberintos de
tu sentido.
Esperé
a apreciar tu respiración y decidí inmiscuirme en tus sueños, buscar tu
escondite, o tu relax. saber de ti sin que advirtieras mi presencia inoportuna,
caminé despacio, alertando con la mirada, la profundidad y la luz, que a veces
se mostraba clarividente en invitaba a viajar, por los pasillos vacíos, era un pasaje
largo y rectangular que te enviaba alguna parte a través del pasadizo, se
escuchaba a lo lejos en una tenue melodía instrumental, notas sosegadas de
algún ensayo a guitarra, música suave que invitaba a seguir, un hilo musical satisfactorio,
no había rastro de tu presencia, y apenas cambia el paisaje, alguna estancia mayor
de parada y otras conexiones, sin señalizar con la misma intensidad de luz,-
imagino que solo era el pasillo para entrar en el sueño- pensé que debía marcar
el suelo, para regresar, ahora eran tres pasillos alguna parte, escribí en la
pared a la altura de mi pecho, un número de una sola cifra el uno. Y delante
puse una x justificando que me internaba por él. Mientras el resto se quedaban
sin referencias. No quería perderme al regreso, -como pulgarcito en el bosque- esta
vez no sería migajas de pan,
Ahora
avanzaba sigiloso y los espacios se ampliaban a través de una tenue niebla, el
aire fresco olía a flores silvestre, me atrevería a confirmar; retamas, si era
agradable y aumentaba a intervalos con las bocanadas de aire. -Retamas
amarillas- como el paisaje rural de cumbres. Un concierto de color y acuarelas,
margaritas blancas, codesos y escobones. -Me encontraba suspendido, en la
imagen- Sin duda era un paisaje isleño, de los que siempre añorabas, pero tú no
estabas, la profundidad de la mirada, me hizo recapacitar escudriñando la
posibilidad de verte, pero no te localicé, en aquel abstracto había aire, pero
no gravedad, había flores: Paisaje, mucho paisaje, un paisaje inventado en mi
sueño. ¿Tal vez? Avancé rápido quería probar la experiencia de viajar en
sueños, -como si pasara un clip de cambio de imagen, el montaje, de esta película-
Comenzaba a dominar la técnica. Debía volver al pasado, donde mi madre, se
solía refugiar cuando era feliz, su espacio de vida.
Me
acerqué y aquel olor a lavanda me llevó rápidamente a deslizar la mirada de un
encuentro furtivo; ella cantaba, era joven, una chiquilla alegre, tierna y
saltarina -Recordando ahora a la tía abuela María Suárez, que le decía a Benita,
su sobrina, que se quedó al cuidado. -Cuando de niña iba hacerle los mandados-,
iba cantando y saltando como las cabras por el monte, esa chiquilla es una cabra
loca. Era una alegría juvenil, indescriptible, fuerte, ágil, bondadosa. Era la
expresión del mundo feliz en la infancia y no había mayor reparo que una
naturaleza viva y radiante, con toda la energía soplando a descubrir la vida.
Me
contaste estas historias mamá, lo hacías a menudo cuando volabas hacia un
tiempo que cundió tu alma de niña y alimentó tu espiritu infantil y tuve la
suerte de viajar allí para comprobar donde estabas, -Que hacías, aun en este
mundo- esta conexión sajorina que heredamos es de una fe rotunda. Tus sueños
siempre me han sorprendido, por la enorme clarividencia con la que haces esos
montajes oníricos. Vives en el sueño, lo que deseas experimentar, escapas, te
refugias; es tu cárcel de tranquilidad, hablas con los antepasados, te
columpias de niña, joven y mujer en los territorios que solo tu conoces; no
dejaste de hablar con la abuela nunca, me contabas hasta conversaciones del más
allá y tenias la firme convicción de ese ejército de ángeles que nunca te desamparan,
que te cuentan y aconsejan, que están siempre a tu vera.
Verás
cariño, nosotros en esta latitud, poco podemos hacer en tu despedida, -más que
acompañarte- Ya tu has andado todos esos cielos del universo espiritual y deben
acercarse a esa imaginación prodigiosa que manifiestas. Queremos que se cumpla
esa paz con la tierra de la que tú haces gala, que tu tiempo de andar por la
vida y sembrar los frutos de tus genes se ha hecho realidad, nuestros turnos
son continuidad del anterior, y progreso al venidero.
El
pasado se alimenta en el conocimiento de nuestras conexiones y buscamos
arduamente tantas cosas que no entendemos y nos lleva a ese espacio infinito de
descubrir, sin dejar de ser, mientras la vida real ilumine.