Tenue pasaje de la vida a través
de la parsimonia de los días, recordaba el tedio de las tardes, cuando no encontraba
mas alimento que la lectura pobre de historias inventadas, en una infancia descolorida
de emociones y falta de motivaciones que despertaran los duendes aletargados,
Un leve ruido en la distancia, un rumor en aumento, un motor que rodaba escondido
bajo el capot de un coche viejo, ronroneando una carrocería, oxidada de otro
tiempo. Tiempos fechados. Inmóviles de acción, sumisa actividad de mera
transición y monotonía. Tradiciones de vida donde el día era el maestro que dibujaba
el paisaje según las ganas del clima, colores apagados, ocres y pardos, negros
desdibujados en el horizonte terco, donde nunca pasa nada. Esa quietud es en
vilo la postal de un sueño por desgranar, un destino que conduce por la senda
del olvido y que no repara en prólogos, más que avanzar en el pasaje de los
sueños. Pensamientos atrapados en alguna melancolía inhóspita, que resurge como
fantasmas de un pasado inacabado, con sus mugres de éxodo por definir
encarcelados, como escapar a sus telarañas de enredo y engaño, de falsa
realidad manifestada. Luz donde está la luz, es el sol el que libera la fuerza
de la claridad y despeja la incógnita atrapada del pensamiento
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