Cuantas veces nos preguntamos casi por instinto -sobre todo cuando ocurre algún acontecimiento que cambia nuestro ritmo de vida-, los significados de tales clarividencias, el ser humano es capaz de preconizar su destino, con ciertas intuiciones y reafirma luego tales pensamientos con las suposiciones que el destino le confiere.
Aquellas zapatillas
deportivas antiguas cuyo uso puntual, se fue más allá de su resistencia, -para las
pistas de motocross, o enduro de campo a través- tuvieron la desgracia de
facilitar el caos temporal de mi vida. Ahora me río y reconozco que ellas
mismas – las playeras, aunque estaban enteras- me advirtieron de sus defectos
de agarre al terreno –algunos resbalones controlados, fueron el aviso-. Creo que
la Zuela de plástico u otro material parecido, con los años se va caducando
como todo, y pierde la adherencia. Y así fue, como se lo pusimos en bandeja al
destino para gastarnos la broma, que hoy les relato.
Hacía algunos días que he ido observando amigos con muletas, unos por operación, otros por accidentes fortuitos, el caso es que la relación de estos pasajes espontáneos me llamaba la atención a la precognición, sin mayores reparos que el pensamiento de las casualidades. Será que les toco el lance, será que la mala suerte le favoreció, que el destino tenía en sus notas tales incidencias de vida. Bueno, forma parte de la naturaleza y sus fuerzas de equilibrio llegue a pensar.
Obviamente, quiso todo lo
anterior que se traspasara la broma a mi persona, y lamentar estos lances, con
un no hay otra cosa que hacer que tener paciencia y estirar la virtud de la
reconversión, -pensamientos, actitud y hasta sarcasmo- Que tragedia más cómica.
Verme sentado en el suelo, con el pie derecho a las doce y veinticinco. Y
cuando decido levantarme, uff¡¡ esto es serio. Me entró un sudor frío y un
rápido orden de la situación, con la mano izquierda seguía señalizando con la
bandera amarilla mi propio accidente tumbado en el suelo, - mientras la carrera
de enduro entraba en su meta final- y los cercanos se daban cuenta de correr en
mi auxilio, mientras llegaba cambiaban de color al ver mi pie destrozado de forma.
Les indicaba que el que estaba jodido era yo, no ellos, así coordinaran con los
servicios médicos.
Como experiencia, te sirve
para ver donde están los fallos de la sociedad, y de las torpezas humanas. En
la ambulancia, con el doctor presencié las dudas de la actuación correcta y las
torpezas de los amarres, que tuvieron que parar la ambulancia par quitarme, la
camilla que me transportó hasta la medicalizada, pues a punto estuve de caerme
otra vez dentro del vehículo. Entonces comencé a sacar el humor sarcástico de vivir
una experiencia en ambulancia, con las sirenas y la caravana para entrar en las
palmas. Me di cuenta de lo mal asfaltadas que están las autopistas, -insultando
al chofer, cada vez que descuidaba- reconocí la copa de las palmeras de la avenida
marítima y jugaba a indicarle a los enfermeros exactamente por donde iba, solo
mirando al techo y controlando el movimiento. Fue entre divertido y consolador,
- no había mucho más que hacer- que seguir el rumbo del destino. Por fin,
hospital perpetuo socorro y pasillos estrechos y puertas desajustadas que no se
mantienen y son golpeadas constantemente por las prácticas de camilleros y
sillas de ruedas. Tomaron nota de la gravedad, miran la mala pata, llaman al
traumatólogo para que se ponga las pilas y me llevan hacerme la radiografía. Otro
rallye de golpes por los pasillos, madre mía, Como se nota que el que eligió
este lugar para una clínica y hospital, nunca viajó en camilla de urgencias. Cinco
recortes para poder entrar en rayos. Y seis para acoplarme a las fotos. Sin
contar los desniveles, los taponazos, las curvas, las puertas y los pasillos
estrechos, -una madriguera- Solo me quedaba burlarme cariñosamente del enfermero
encargado de tales exposiciones. Dándole ánimos y echándole piropos por cada actuación
que realizaba, eso mejoro la tensión y el ambiente se gratificó con el
entusiasmo, de un enfermo indoloro, que se guarda su propia resistencia.
Ahora al quirófano. Y ahí la
experiencia de una buena traumatóloga se nota en la actuación, conversación, todo
muy técnico y yo pensando que enderezar aquel “boomerang” era complicado. Entonces
espero que la “santa anastasia” hiciera su santo oficio. –Todavía recordaba
cuando me hicieron la vasectomía, el corte de escalofrío a cuchilla afilada del
testículo y el sudor de la muerte, que no esperaron que la anestesia les diera
luz verde- Ogg… Y dijo bueno chicos a por ello, yo notaba que tiraban del pie hacia
abajo para girarlo a su posición. No me dolía, pero era evidente la ingratitud
de la operación, al tercer intento, sentí el clok del encaje. Y el suspiro de
alegría de haberlo conseguido. -esta vez fue divertido- Yo rompí en aplauso y
piropos a su esfuerzo, y agradecieron mi estoicismo, a partir de ahí fue muy gratificante
encontrar de nuevo el pie donde estaba antes de resbalar. Lo siguiente a todo
el procedimiento médico, fue, la valoración y postoperatorio, para el miércoles.
Ahora llego a casa, con María
y Allende y dibujo un hogar para mi nueva vida. Soy muy afortunado, Inma está
de vacaciones, Miguel ha vuelto de Portugal del Erasmus, Loly, Diego, Pablo y
toda la familia cercana se desviven por el bienestar de todos. María y Carla son
enfermeras de lujo. Y organizar todo, en cualquier circunstancia se nos da
bien, por ello me tomo un relax de reconversión y análisis, de mi nueva vida,
un tiempo para llevarme bien con las muletas y su práctica, con el descanso y
la actividad ilustrada.
Ahora sueño con aquel tiempo
que no tenía para leer, escribir, pensar, ordenar mis pensamientos y
prioridades. Descansar y cansarme del mimo de tanta gente que apreciamos. Por
supuesto en la lista de deberes la de las obligaciones, bajar kilos, dejar el
alcohol mientras duré la reconversión y pensar en el próximo Viejas Glorias de
noviembre, organizando a través de los medios las prioridades.
Solo acepto libros y buenas recomendaciones
de series y advertimos con prudencia el cuidado que anda una “Mala pata” por
ahí, haciendo de las suyas.
-De ahí la foto del titular,
y la reunión de patas mochas- No se lo pongan fácil. Vigilen la caducidad de
sus zapatillas entre otras cosas.
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