La
inmensa mayoría del mundo desconoce, porque está ocurriendo este genocidio
controlado; por qué los vaticinios y el destino de un pueblo, tiene que pagar
una factura tan brutal por la existencia. Pavoroso e inexplicable como los
designios de Dios, que mantiene el perdón para regocijo de los asesinos; esta
naturaleza salvaje y confusa de credos y pasiones, no entiende de treguas, ni escatima
en dolores. Es una calca del terror en las peores fronteras del ser humano, una
pesadilla que contamina las conciencias del mundo, y su impotencia ante la
actitud del poder corrupto e intransigente
Cuando despedacen al enemigo inventado; cuando descuarticen la miseria por parcelas, sacaran los trofeos al sol, expondrán sus contribuciones de asesino a sueldo de su propios genes, sin remordimientos, ni culpas, asistirán al reparto de un botín de escombros, por la gloria de sus principios, una nueva profecía de gloria, que vuelven a tintar de sangre inocente los destinos de un mal nacido, los proscritos del planeta, que junto a otras resistencias de la tierra, siguen levantando la bandera de la paz y el atributo divino para su existencia
Como
puede el ser humano, llegar a estos extremos de locura cuerda; sin mayor defensa
que el amor lamentado y encapsulado de horror. Por que los gritos de este
silencio que duele, no fecundan y minan las conciencias del bien. Porque la indiferencia,
sacude de olvido el destino de las tiranías y pasiones de lo peor de la
naturaleza humana; así pronunciaban los salmos y los profetas: “Y curan la
herida de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz.”- “No hay
paz para los malos, dijo Jehová.” - “Y caerán a filo de espada, y serán
llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los
gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan.”- “Oiréis de guerras y rumores de
guerras... se levantará nación contra nación y reino contra reino.” Tantos gritos
y profecías inculcados en una historia sinfín.
La
Biblia no dice literalmente “Israel nunca tendrá paz”, pero enseña que la
paz verdadera no vendrá por acuerdos humanos, sino únicamente con la
intervención de Dios y la venida del Mesías. Hasta entonces, habrá conflictos,
engaños de paz y guerras.
Las
creencias y religiones se ponen del bando del pavor y profetizan para ganar sus
adeptos que sigan manteniendo el terror en nombre de la gloria, tanto odio
manifiesta que el sentido común aliado del bien, navega en una caldera de intransigencia
e insólito destino. Que este grito que duele siga vociferando la tierra, en
busca del aliado del bien y tal vez, en ese juicio final se fundan y entierren
las aberraciones de la cruel naturaleza de los poderes.
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