jueves, 2 de enero de 2025

ESCARBANDO EL PENSAMIENTO

 

En algún lugar escucho trinos, huelo fragancias salvajes, siento una suave brisa apenas perceptible en la piel y el cielo es tan grande que ocupa todo el espacio mas allá, de mi visión, escudriñando ecos, sigo escarbando recuerdos mientras me atrevo al repaso, es una habilidad de reminiscencia cultivar desde pequeño, grabar aquellas sensaciones de ruralidad, verificar y sobre todo observar el paisaje. A veces, tomaban una referencia visual y escudriñaba todo lo que se percibía alrededor, llegaba a encontrar cosas y objetos que estaban allí de siempre, pero no se mostraban a la mirada. Entonces probaba a intentarlo de nuevo otro día, sobre la misma perspectiva, y dale. Me aparecían cosas nuevas que no había visto nunca. Increíble el ejercicio de escudriñar. 

Fue así como mareaba a mi abuelo, intentando que me soltara nuevas prendas de su memoria, mientras jugamos a estimular el conocimiento. Evoco bien sus presagios, sus lecturas y su agorera forma de transmitir sus inclinaciones como medio de comunicación social, todos le llamaban D. Miguel, efectivamente tenía ese aire de saber mucho más de lo que nunca diría, era dueño de su pensamiento y sabía elegir las palabras correctas antes de hablar. Sin duda, en esta reflexión encuentro a mi abuela Benita. Que era sabia y tenía el poder de mantener elegantes los contextos. Años después expresaba sus dichos rotundos de lecciones morales, con la humildad de su educación “Hablar bien y dar buenas respuestas, es bonito y nada cuesta” Y alejaba los malos presagios con la templanza que siempre exhibió.

Papa Miguel, papa Juan, papa felipe. como nos inculcaron que debíamos llamarles a tantos padres que teníamos asignados en nuestra educación y a ellos debíamos el respeto y la admiración. Nuestros protectores nunca fueron esas figuras impositivas de rasgos duros e inflexibles, o autoritarios en deficiencias. Más bien se alimentaron del amor de grandes mujeres que fueron encontrando el molde en sus actuaciones, alimentando los grandes lazos familiares como columnas de fortaleza para la infancia, favorecidas o no por las tragedias y los desenlaces de la vida, que en el fondo son igual para todos. El laboratorio mas grande de la vida infantil, es nacer y crecer en ambientes rurales, tener el contacto directo con el campo y descubrir la vida como nexo de supervivencia en las labores cotidianas, tener la suerte de descubrir la expresión de lo natural es una maravilla para el crecimiento. Me vino el nombre de una Hierba campera, que nos mandaba la abuela a buscar para algún remedio de salud. Ratonera… Vete a buscar Ratonera, -Forsskaolea angustifolia, nombre científico- sin saber si la conocía o no. Increíblemente todos los niños del campo la conocíamos por su nombre de campo, y muchos hasta para el tipo de dolencias que se aplicaban, por unos y otros por mayores o menores. Que laboratorio experimental. Madre. Vete a buscar Ruda, o Cola de caballo. O Poleo, tomillo, o Romero. Las Vinagreras son buenas para expectorar. Mejor dale unas hojas de Cornical. Así enumeramos y clasificamos sin saberlo, los detalles para la supervivencia y el conocimiento.

Cuando nos chupamos las raíces y tallos de la trebolina que eran como batatillas con sabores ácidos, comíamos frutas de todos los tamaños y colores, acechábamos a los pájaros cuando picaban la fruta, para madurarla mas rápido y detrás escalamos nosotros a robarles su trabajo en las higueras, nunca cayeron nísperos al suelo, más que pipas disparadas de las bocas, asaltar los campos con absoluta anarquía de movimientos, los frutales. Era una libertad entusiasmada por la dicha del medio natural.


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