LA CONEXION DE DOS MUNDOS

La abuela Carmen descansaba hacía más de un mes de su marcha, en vida regaló armonía y paz a los suyos y en esa tesis de cariño y sentir materno, transmitió ese misticismo de Sajorín a su nieta. Un día este buen samaritano con sensibilidad especial, le llevó encapsulado en una grabadora el único regalo en vida de su biznieta.

Mamá aún tenía momentos de lucidez que aproveché para manifestarle aquel detalle, le dije; quiero hacerte un regalo especial mamá. Solo quiero que escuches el futuro, tu futuro en esta tierra… la continuidad de tus genes. Pon atención, subí el volumen del sonido y en el silencio del viejo hospital San José, comenzó una orquesta especial a bombear sonidos del cuerpo, a martillar a latir, tumplump… tumplump. Tumplump… Una secuencia constante y fija, una vida en la placenta, latiendo. La cara de la bisabuela, cuando le comentaba que su nieta le había grabado el sonido del corazón de Famara. Era una cara de niño mirando un fenómeno astrológico de dimensiones extraordinarias. Aquella mujer antigua recibió el más bello regalo del cielo. Escuchar a su biznieta viva. Famara sin saberlo, se había comunicado con su bisabuela viva.

Aquella sensación de felicidad celestial le concedió una nueva bendición a la despedida y Famara estaba preparada para seguir el vuelo del cóndor sobre la naturaleza de la vida. La belleza de la existencia se constato una vez más en los detalles del vivir en el tacto del sentir. En la naturaleza del milagro de la explosión de los sentidos cuanta belleza por desvelar, y tan alcance de nuestras manos y nuestros corazones.

Dias después la abuela y Famara reconocían haberse conocido. Haberse amado en una distancia terrenal. Ahora esta fusión de conocimientos de la existencia de ambos, llevaría en volandas el amor y los cuidados de la vieja a la joven; de la inexperta a la experimentada. De las bondades del amor a los caprichos de la juventud, de los cielos místicos a la realidad latente, de la inteligencia emocional a la evolución racional, un compendio entre aprendizaje de la buena mano, a la sabiduría de los genes del Sajorín en los alumnos de su tribu, y en ello, además, la fuerza de una fe renovadora y explicita en talento.

Una tarde de espera, conversaba el pensamiento consejero de la bisabuela con la niña del futuro. Le contaba la naturaleza y la divinidad. La magia y el misterio. La fe y la convicción. La belleza de la sabiduría. La exaltación de sus antepasados; objetivo de ser causa de su realización personal, la alegría de saberse consciente, la dulce melodía de la compasión, la multiplicación de la generosidad y en todas las circunstancias ponía ejemplos de sus antepasados bondadosos. Era una herencia de virtud que avanzaba con el karma de la serenidad y el aprendizaje.

Y mientras los mensajes se descifraban en una comunicación fluida, ambos encontraban en la estima de sus misiones y recepciones el canal que definía sus designios, los caminos cultos de la vida. Famara cogió con sus dedos pequeñitos, la mano de la bisabuela escaló hasta su cara y le besó en la mejilla, un beso tan tierno como el alba; tan bello como una flor, tan dulce como la pulpa del melocotón; tan intenso como la luz del sol, tan latente, como el sonido grabado de su corazón. Que le despertó en otra vida conectada a esta, por sus genes y quimeras