Los ecos que viajan en la noche, avanzan más por el silencio y la oscuridad, eso debió pensar los receptores de las noticias del nacimiento de Famara, que nadie se explica, ni como, ni cuando, volaron las noticias. Cuando la noticia llegó a Valsequillo, los duendes en la noche ya habían hecho el trabajo del recado, el tío Miguel tumbado en la cama, a medio dormir entre el sueño y la película miraba al techo en ese momento, cuanto un Shuppp. ¡Entró por el móvil, iluminándolo, era un sonido diferente el que había seleccionado días antes, para el grupo de Papis; el teléfono rojo del directo! Observó el mensaje que había mandado su madre, y sonrió esplendido, por fin tenía una sobrina: Famara, de carne y hueso, esto aceleraba su pensamiento, que enviaba señales a su tiempo, y se alegraba del destino de los suyos.
El
abuelo ya roncaba en la paz del dormitorio de al lado, cuando Famara llegó a
este mundo él estaba dormido, había estado manteniendo la velada hasta las 3.00
h.- ya presentía que andaba cerca el alumbramiento- de madrugada. Cuando el
sueño, quiso llevárselo, se giró en la cama y dijo mentalmente, ya yo pasé por
eso; que lo disfruté los que quieran, que mañana la conoceré. Efectivamente
aquellas primeras fotos en exclusiva que vio y saboreó con la mirada al
despertar, le dejaron con carita de gaviota sobre la brisa marina. Sintió una
ternura inmensa, saber de su descendencia futura a través de una nueva generación.
Famara tomaba el testigo de las historias de los abuelos, sería la portadora de
su verdad. –tremendo trabajo en cuatro abuelos tan curtidos en valores y
andanzas- intuimos que esa gracia, fue un regalo extraordinario, a los abuelos
del Lomo Magullo, que solo tuvieron machos, y de repente les llegan dos féminas
a equilibrar la balanza de la paridad.
Las
ventanas de los vecinos se iluminaron desde la luz de los móviles, se escuchaban
voces sin volumen siseando, como mensajes encriptados y confirmación de recepciones,
volvió la oscuridad a Valsequillo. El pueblo seguía durmiendo en Las Vegas y
los Llanos del conde, casi todos a media luz. Y entonces casi por castigo e
improvisaciones comenzaron a reproducirse las excusas: Al foguista no le dio tiempo preparar una
corrida de fuegos artificiales para las celebraciones inmediatas, al monaguillo
de la iglesia de San Miguel, no se le ocurrió tocar las campanas, porque no
estaba en la orden del día- estaba dormido el pobre- Al periodico no le dio tiempo,
sacar una página extra comunicando la noticia extraordinaria, Al churrero se le
olvidó calentar antes el aceite ante la avalancha de madrugadores del desayuno
y el hablantineo. En la sintonía de la radio nacional, hubo un lapsus de un
minuto, que arrancó con música de bandas militares. Un locutor adulto hablaba
entusiasmado de un nacimiento especial. Famara decía; Como paisaje de costa esbelto
que tranquilizó el mar del norte, y extendió la inmensa playa de arena en su bahía,
creando un paisaje idílico de romanticismo ancestral, así es su presencia, decía
como un poeta de romancero, dando voces proféticas; continuaba colocando metáforas
cargadas de versos y prosas al acontecimiento.
Algunos
astrólogos confirmaron la presencia de lágrimas de San lorenzo un fenómeno que suele
manifestarse en agosto y que lejos de anteriores registros, sacudía las viejas creencias
de los ciclos matemáticos, había algo de místico en la manifestación de este
evento especial que zarandeó la noche como un espectáculo de fuegos artificiales
cósmicos, sin mayor explicación que el nacimiento de una Diosa. La divina
Famara, tan sutil y tan esperanzada como la pasión de la imaginación del abuelo,
que se puso a escribir como poseído por las plumas más ilustres… Balzac,
Galdós, Dickens, Tolstoi, Márquez… al
silencio de su pensamiento le costaba ordenar las frases de la inspiración, un
caudal rotundo lleno de paleta de colores lingüísticos, y sueños aventurados en
su estructura inteligible.
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