lunes, 23 de junio de 2025

Que tu luz siga brillando en el cielo

ADIOS MAMA.

Despedir con palabras a quien me regaló la vida con amor, es la ofrenda más difícil que te quiero añadir, sé que tú ya te despediste de nosotros, encontraste a los tuyos, en esa búsqueda de tus sueños y simplemente te dejaste volar.  -Llegó tu tren a la estación-, hay estabas divina, con una sonrisa que ilumina a quien te mira; te esperaban, te invitan a subir cortésmente, te indican con un mensaje de cortesía celestial, que hay mucha gente que quiere volver a verte, que desean conectar contigo, te esperan en casa, llevas solo un equipaje, resplandeciente, agradecido, ligero. Etéreo, luminoso donde caben solo sonrisas y el placer de multiplicar el amor en cada gesto.

No encuentro musa en este vacío tan diferente, es la segunda vez que cortas el cordón, con la de mi creador, allí para soltarme a la vida, aquí, para despedirte a la muerte, es un ciclo, lo sé; esa grandeza de nacer de ti, vivir contigo unido a la tierra, recoger y aprender con tu esencia consejera amparada en el amor y los valores.

Una asignatura de andar por la existencia, no habrá jueces que juzguen tu camino y andanzas, pues eres amor y el amor lo puede todo. Nadie puede juzgarte en la muerte, más que tú en la vida, con tus propias obras, errores y aciertos, somos la medida de nuestra conciencia en vida, y el equilibrio de nuestras decadencias, me siento feliz de haberte conocido y compartido tantos días de nuestras existencias, que asistir tambien a tu despedida, cierra el placer de nuestra conexión.

Gracias Mama, por dejarme descubrir el olor de las flores, el sabor de la fruta, respirar el aire y escuchar los pájaros. Por darme la mano, cuando estaba agotado, el cariño cuando necesitaba arropo, el silencio cuando masticaba mis resoluciones, la referencia cuando estaba perdido, gracias por convertir la responsabilidad en un juego infantil de aprendizaje sin mayor esfuerzo. Gracias por darnos valor y honor, por apoyar nuestros pasos y aconsejar nuestro destino sin interferir en sus desenlaces. Gracias por ayudarnos, a encontrar nuestro camino y mantenerte toda la vida alerta y elegante.

Cierro los ojos y te escucho cantar alegre y joven en casa, -en la secuencia de mi infancia me acerco silencioso a la puerta- y disfruto de sentirte así de feliz. Y me pregunto ¿Esa que canta es mi madre? Anda ya, que alegría escucharla.

Siempre contigo en el corazón, querida mamá.

"No es un adiós, es un hasta siempre en la orilla de los recuerdos."

 

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