jueves, 5 de junio de 2025

QUERIDA MAMA. EL SUEÑO


Hoy te observe mientras dormías, encogida y flácida, casi en posición fetal; escurrida por el deterioro físico en un estado transitorio de destrucción acelerada, -estabas tumbada a la izquierda- y calzada con una almohada. Dormías profundamente o viajabas en algún lugar de tus fantasías más remotas, un lugar inaccesible que solo tu habías descubierto en esos paseos de profundidad por los laberintos de tu sentido.

Esperé a apreciar tu respiración y decidí inmiscuirme en tus sueños, buscar tu escondite, o tu relax. saber de ti sin que advirtieras mi presencia inoportuna, caminé despacio, alertando con la mirada, la profundidad y la luz, que a veces se mostraba clarividente en invitaba a viajar, por los pasillos vacíos, era un pasaje largo y rectangular que te enviaba alguna parte a través del pasadizo, se escuchaba a lo lejos en una tenue melodía instrumental, notas sosegadas de algún ensayo a guitarra, música suave que invitaba a seguir, un hilo musical satisfactorio, no había rastro de tu presencia, y apenas cambia el paisaje, alguna estancia mayor de parada y otras conexiones, sin señalizar con la misma intensidad de luz,- imagino que solo era el pasillo para entrar en el sueño- pensé que debía marcar el suelo, para regresar, ahora eran tres pasillos alguna parte, escribí en la pared a la altura de mi pecho, un número de una sola cifra el uno. Y delante puse una x justificando que me internaba por él. Mientras el resto se quedaban sin referencias. No quería perderme al regreso, -como pulgarcito en el bosque- esta vez no sería migajas de pan,

Ahora avanzaba sigiloso y los espacios se ampliaban a través de una tenue niebla, el aire fresco olía a flores silvestre, me atrevería a confirmar; retamas, si era agradable y aumentaba a intervalos con las bocanadas de aire. -Retamas amarillas- como el paisaje rural de cumbres. Un concierto de color y acuarelas, margaritas blancas, codesos y escobones. -Me encontraba suspendido, en la imagen- Sin duda era un paisaje isleño, de los que siempre añorabas, pero tú no estabas, la profundidad de la mirada, me hizo recapacitar escudriñando la posibilidad de verte, pero no te localicé, en aquel abstracto había aire, pero no gravedad, había flores: Paisaje, mucho paisaje, un paisaje inventado en mi sueño. ¿Tal vez? Avancé rápido quería probar la experiencia de viajar en sueños, -como si pasara un clip de cambio de imagen, el montaje, de esta película- Comenzaba a dominar la técnica. Debía volver al pasado, donde mi madre, se solía refugiar cuando era feliz, su espacio de vida.

Me acerqué y aquel olor a lavanda me llevó rápidamente a deslizar la mirada de un encuentro furtivo; ella cantaba, era joven, una chiquilla alegre, tierna y saltarina -Recordando ahora a la tía abuela María Suárez, que le decía a Benita, su sobrina, que se quedó al cuidado. -Cuando de niña iba hacerle los mandados-, iba cantando y saltando como las cabras por el monte, esa chiquilla es una cabra loca. Era una alegría juvenil, indescriptible, fuerte, ágil, bondadosa. Era la expresión del mundo feliz en la infancia y no había mayor reparo que una naturaleza viva y radiante, con toda la energía soplando a descubrir la vida.

Me contaste estas historias mamá, lo hacías a menudo cuando volabas hacia un tiempo que cundió tu alma de niña y alimentó tu espiritu infantil y tuve la suerte de viajar allí para comprobar donde estabas, -Que hacías, aun en este mundo- esta conexión sajorina que heredamos es de una fe rotunda. Tus sueños siempre me han sorprendido, por la enorme clarividencia con la que haces esos montajes oníricos. Vives en el sueño, lo que deseas experimentar, escapas, te refugias; es tu cárcel de tranquilidad, hablas con los antepasados, te columpias de niña, joven y mujer en los territorios que solo tu conoces; no dejaste de hablar con la abuela nunca, me contabas hasta conversaciones del más allá y tenias la firme convicción de ese ejército de ángeles que nunca te desamparan, que te cuentan y aconsejan, que están siempre a tu vera.

Verás cariño, nosotros en esta latitud, poco podemos hacer en tu despedida, -más que acompañarte- Ya tu has andado todos esos cielos del universo espiritual y deben acercarse a esa imaginación prodigiosa que manifiestas. Queremos que se cumpla esa paz con la tierra de la que tú haces gala, que tu tiempo de andar por la vida y sembrar los frutos de tus genes se ha hecho realidad, nuestros turnos son continuidad del anterior, y progreso al venidero.

El pasado se alimenta en el conocimiento de nuestras conexiones y buscamos arduamente tantas cosas que no entendemos y nos lleva a ese espacio infinito de descubrir, sin dejar de ser, mientras la vida real ilumine.

 

 


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