Aquellos dias que todo se aceleraba por unas circunstancias obvias: Las contracciones de mama, la obra de la casa; el Garage que se convirtió en nave, y que ya sus nuevas puertas con hueco gigante, - acabó bautizado, como la nave- le dio otra nueva dimensión a la recepción del castillo encantado de Famara. Papa nunca había corrido tanto y su energía constructora era directriz y animador de los acontecimientos, Los perros y sus travesuras, los gatos y sus caprichos, la ampliación de la terraza trasera; levantamiento del muro de contención y límites de la construcción; los vecinos tormentos y benevolentes, un caos medio ordenado, a los que no faltaba el humor de unos y los gritos de otros, mientras tú Famara, buscabas el hueco donde apresurar tus prisas, Mama, se portó maravillosa, con un sufrimiento controlado, sabes que tenía una de aquellas antiguas apps, para llevar el control de tus contracciones y dilatación.
Era
un Julio copioso, raro, un mes de verano con nostalgia de otoño, el alisio
abrazaba las mañanas el norte de tu isla,-con una lluvia fina y constante, tan
raro que algunos auguraban acontecimientos extraordinarios, milagros, osadías, -
la franja que separa los limites de esta barrera climática, que cruza de norte
a sureste, por encima de tu casa y cuyo limite referencial es entre el Lomo
magullo y la mitad de Valsequillo en dirección a San Mateo hacia el interior
norte y hacia la bahía de Gando Sureste, mantenía una cortina de nubes grises
destilando en la distancia. Aquella mañana del 24 de Julio, digo, tu tenías
claro que no ibas a esperar más, ni por el signo zodiacal; ni por Mario para
que rematara las faenas, ni por que Mate se relajara de juegos y destrozos, ni
por que la muralla china del territorio casero, tuviera cinco metros más. Tú
decidiste empujar, buscar el hueco para salir, y comenzaste la primera obra
minera de todos los enanitos, cavar el hueco del cuello del útero de mama, para
buscar la luz. Verificar los ruidos que escuchabas aquí afuera.
Sin
verlos; Querías ya conocerlos, primero ponerles cara a los susurros de mama, a
las caricias de las manos de papa, sobre la piel, a unos inquilinos que andan
en cuatro patas por algunos espacios de la casa, babean y están todo el día
jugueteando y reclamando atención, a unos felinos que usan el rabo para hacerte
la pelota con las caricias y conseguir lo que su instinto minino les apetece;
aunque mama los quiere, los mantiene a raya, pues ya se sintió mal, -cuando recuerda
el atropello- cuestión que usa este gato para recordárselo y aprovecharse de su
benevolencia y anarquía. Pero luego he sentido curiosidad por los otros sonidos
personales, tíos, tías, primos y demás familia, dicen que es grande y variada.
Yo a quien conozco es a Mario. El tío más famoso, del que todos tienen
anécdotas, por su espontaneidad; por lo visto usa mucho el baño de Dios para
sus necesidades y desahogos u enfados. Luego están los abuelos, son como
grandes chamanes, sabios, experimentados y respetables y con un sentido de la
cercanía familiar considerada. Espero aprender mucho de ellos en cuanto me
espabile de mis papis y me dejen investigar el mundo.
Ayer
mientras empujaba insistentemente escuché una reunión de abuelos, eran los
cuatro consejeros de las familias, todos estaban apoyando a mis padres y no
querían molestar, aunque yo sé que mis papas, se sentían bien con su cercanía,
ahora voy apretar un poco más, a ver si consigo tirar estas rocas que atascan
la cueva, estoy harta de estar aquí dentro esperando.
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