EL SILENCIO DE LA CUMBRE

 

Y tras la tempestad la calma, el luto, un inmenso duelo de cenizas escupidas, como una maldición que espera la redención de otros dioses los mundanos. Los que avanzan y observan, aun tienen pesadillas de los bombarderos de la tierra, aun saltan de la cama, ante olores fuertes, ante el sonido de la leña que arde, ante las nubes negras con presagios invisibles, fueron tres meses largos de agonía, de incertidumbre y desconsuelos. 

Y ahora qué, la reconstrucción comienza de cero para muchos, de angustia e ilusión para todos los afectados, ahora es otra incertidumbre, las ayudas de tanta solidaridad del pueblo amigo, que salten los números y las concesiones, que se expongan las fórmulas y las entregas, las palabras contra los hechos. No pueden esperar otros tres meses por las soluciones demagógicas, tienen que primar las comunicaciones, las limpiezas y las necesidades básicas, agua, luz, etc.  

Sin embargo, el silencio de la cumbre me desespera, quisiera llegar a la boca del demonio y apedrearlo hacia su interior para devolverle la gracia, ahora que está muerto este bribón, su grandiosidad y misterio me sobrepasa al pensamiento de su expresión, de su fuerza, de su temperatura, de su maldad. Pero está muerto, es como un rey Tirano, que todos quieren escupirle a la cara, por su infinita maldad. Es como si la venganza de los corazones heridos no pueda manifestarse ni siquiera ante su muerte, por que a su poder solo le brega el perdón. La exhibición de la que hizo gala quedará como una leyenda labrada en mil cuentos a las generaciones venideras, su brutalidad, los colores de su fuego, el sonido de su garganta, los ríos de lava hirviendo, la apisonadora de su andar sereno y luminoso. 

No fue bautizado por maligno, no fue reconocido por horror, no fue mal escrito por Tirano, es el silencio de la cumbre el que piensa su destino, el que espera su bautizo, llegará su momento, el del entusiasmo por conocer al rey muerto, cuyo nombre paseará ahora dormido, por las retinas de los millones de turistas y curiosos, que quieren conocer al vivo de las imágenes, al muerto del silencio, al tenor del dragón, al inaguantable del pinar, al reguero de fuego en las noches de luna, al gigante de la tierra negra, al lanzallamas del pinar, su ceniza aun vuela en el cielo de algún lugar, en los corazones de los palmeros. 

Ya apagué la vela, ya recé el rosario, ya di las gracias por este regalo de Navidad. Aunque el silencio de la cumbre, aun me desconcierta.