Una tarde ventosa; afuera en el patio del Garaje los sonidos del viento juegan hacer música de chelos, en cuanto abran las puertas; el eco despeja al silencio y se deja invadir por los susurros del viento, de primeras corren aires de fiesta por el Lomo las lajas, hay banderas de colores que se agitan en liñas colgadas, casas viejas de las que tienden aun tejados antiguos y que denota un pasado esplendoroso de vecindad, una vegetación desigual, sin control de espacios; una anarquía natural de explosión donde todos intentar ganar terreno, en barranquillos, laderas y llanos; es una lucha por la ocupación completa, sin orden, ni concierto.
Los
abuelos acaban de visitar los hijos, las insistentes contracciones de Famara,
indican que los presagios del parto serán en esta noche de luna nueva. -Cuando
los síntomas aumenten te vienes al hospital, le habían comentado por la mañana
la matrona- mientras esto se produce por tu forma de embarazo, tomate el tiempo
que puedas y aguantes en casa. María es consciente de ser primeriza, pero
tambien lo fue su madre, tías y abuelas y mide bien los tiempos, esto le ayuda
a soportar los dolores que insisten y van en aumento. A eso de las nueve de la
noche, tiran para el hospital, será una noche larga, o corta, esperanzada y
venturosa. Toda la familia está atenta a los detalles, los teléfonos suenan y
vuelven a sonar, las madres; Tías, abuelas y primas sienten dolores de parto,
todas –Es como si quisieran conectar espiritualmente con el dolor de la
parturienta, para ayudar amortiguar los gritos del silencio- Allen como buen
Santo Job, pone el hombro y las manos para aminorar lo que pueda. Organizan el
viaje y parten en la noche estrellada de luna nueva, mirando al cielo la señal
del cometa Haley buscando belén; Un lugar donde pueda nacer esta criatura, sin
que la madre se desgarre de dolor. Las
luces de los coches en la autopista avanzan hacia la capital, el mar oscuro y
sereno fiel a la noche enciende por la avenida los reflejos de las farolas en
el mar, como faros marineros que indican la cercanía de la costa, Mamá baja un
poco la ventanilla con las contracciones, para que la brisa del mar le bese su
cara y le transmita su apoyo en la contienda.
Aparcan
y caminan como último ejercicio del preparto, aquel viejo hospital materno
infantil, donde nació media familia, sigue siendo el orfanato de la sociedad
moderna, donde ahora caminan los padres a los partos. Todos con la ilusión de
ser padres por primera vez, otros por segunda y los más atrevidos hasta por
tercera. – Los tiempos aquellos donde nacían diez o doce eran en otros lugares
y con otros actores más antiguos; las casas, con luces de velas, palanganas de
agua caliente y telares, las madres solas con parteras o vecinas- Eran otros
tiempos impensables y milagrosos.
María
reclama la posibilidad de la Epidural, a controlado sus tiempos y dilataciones
y ha calculado que es posible. Parir con dolor no hace más fuerte, ni valiente
a las mujeres, las hace mas antiguas y arcaicas. El dolor se puede mitigar en
estos casos de control del parto y la libertad para alumbrar en circunstancias
agradables y milagrosas, se convierte en una experiencia más que regala la
vida. Famara ya a comenzado a nacer su destino está aquí afuera, es su tiempo.
La madrugada del 25 de Julio, - día de Santiago apóstol- a las 4.30 H. –Hora
del tatarabuelo Miguel de levantarse para ir con la moto al mercado- Con un mar
embelesado de estrellas bañándose en San cristobal, allí junto al viejo
castillo se escuchan reuniones y rumores de sirenas que disertan en chapoteos
de celebraciones han venido de todas las islas apoyar a Famara, la princesa de
Lanzarote. Arriba la luna sigue mirando la avenida, el mar y la sala de parto
Sus antepasados llevan en volandas el alumbramiento y sentados en los rincones
susurran conversaciones sensoriales…
No hay comentarios:
Publicar un comentario