jueves, 2 de enero de 2025

LA VENTANA DE LA SOMBRA

 

Este invierno el frío de enero, ha dejado caer las heladas nocturnas sin piedad, ni retención. Una humedad alta que ha entrado en nuestras casas como presagio de reivindicación del poder del sol. La climatología una vez más, nos recuerda el dominio infinito de la ausencia de luz y el poder de las sombras

Me he reubicado en la casa, hemos destinado la habitación de María en el centro de estudios y labores administrativas. Para organizarnos mejor y ordenar los espacios, que a veces por comodidad permanecen sin su verdadera identidad, claro, que estar a gusto en el lugar que elijas es importante para desarrollar las inspiraciones en mi caso literarias, en el caso de Inma laborales administrativas y educativas y en el caso de Miguel de estudio de carrera, es verdad que Miguel es el más anarquista de los tres, acaba trabajando, estudiando o haciendo lo que le plazca allá donde le sugestione, su instinto primario.

La primera hora de la mañana, de la fría mañana, hay que decirlo es el horario del silencio, solo tu emites ruidos, y el hilo musical es de una fina intensidad que cubre el vacío del tiempo, es el resultado de la noche desierta del lento despertar y de la tenue mañana, que despierte desperezando con una luz sin fuerza que va tomando brillo en un silencio mudo. Donde la energía toma el lapsus del silencio, para ordenar la armonía del universo y sus despertares.

El sol lo siento al otro lado de la casa, aunque en este lado de su distribución una gran ventana da al patio sombrío, que te hace sentir conectado al lugar. Con pocas actuaciones, se puede conseguir un espacio agradable e inspirador. Ya a Inma se le ocurrió bajar el calentador -estufa- para matar esa sensación de poca actividad. Mantenemos las cortinas abiertas para que la luz indirecta mantenga claridad en la habitación, estoy seguro que en unas semanas, este lugar puede convertirse en un refugio de inspiración y sosiego.

Bien recuerdo cuando María la habitaba que era una habitación agradable, tal vez por aquel espiritu infantil y tierno de María, que envuelve todos los rincones con la agradable sintonía de su infancia y los colores con los que cultivaba la vida. Aún queda algún mobiliario que se niega abandonar la casa, una foto grande, en cuadriculas del tío Marcel, que siempre le atrapó su sonrisa y fotogenia. Una media luna que le colgamos del techo en una esquina, para que sus sueños siguieran flotando en el espacio de su cielo. Aun retumba los cuentos infantiles que les leía al caer la noche y que le hacían volar por la imaginación del cuento, descubriendo lugares maravillosos de la memoria y la fantasía. 

Hay un cuadro de aquel concurso que organizamos en Lanzarote de pintar los riscos y la playa de Famara, siempre me gustó como plasmo los colores de la silueta de la montaña en negro, cielo y playa amarillo y un sol que se ahogaba en el mar como un flotador deformado por la corriente, luego el agua entre marrón y amarilla deja entrever unas formas sin sentido, pero con profunda inspiración el cielo continuidad del mar, que sube con la misma pigmentación y se aclara entre nubes sin definir. Toda la ilustración que trato de plasmar en su cuadro es de luces y sombras, tiene un profundo sentimiento de grandeza entre el intento y su inspiración

Tenemos que hacer otro concurso de pintura María… Tienes un Rembrandt escondido en tu imaginación.


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