martes, 25 de febrero de 2025

Querida Mamá.

Entre sacudiéndome el fresco de la tarde al hospital y te vi espabilada, con ese deseo de escapar de la cama y las mil maniobras mentales y físicas que intentas hacer para lograrlo. Sabes que la mente y el cuerpo ahora se separan más, una decide no obedecer a la otra. Y mientras esta manda y estimula, la otra se vuelve perezosa y cansada. Cuando me vistes, me reí de tus intentos por bajarte de la cama. Y como un niño sorprendido robando bombones, me dijiste. Muchacho, que bueno que viniste y te quedaste tan pancha. Buscando las siguientes palabras para excusar tus acciones. Anda ma… Si estas centradita. Eso es una alegría tesoro. Por que así puedo escucharte y charlar contigo. Mira ver si coges eso ahí, para salir. ¿A dónde vas? Le dije. Por ahí, sin encontrar el sitio que había imaginado. Entonces, la tumbé bien, la coloque en posición cómoda en la cama, levante el respaldo, tensé las sábanas y subí las mantas hasta su cintura. Mientras ella hablaba algunas cosas hilvanadas de razonamiento. Y expresaba; Yo lo que digo es que estoy desesperada, un poco. ¿Porque mamá?, Yo quiero ir parriba ya. Y se quedaba pensando, como lo haría, si andando, si volando, si vendría alguien a buscarla. Era muchas dudas que ella estaba pensando. Entonces hice algo que a ella siempre le a encantado cuando siente frío o incertidumbre, me quité la chaqueta de la moto y le abrigue el pecho y los hombros como si fuera una sábana, me puso esa carita de ternura infantil de placer. Una emoción que solo la experimenta madre e hijo. El calor de mi cuerpo se fundió con el suyo y la paz invadió su alma de ternura. Se quedó un rato calladita disfrutando aquel momento tan entrañable. Se que esta sensación le trae muchos recuerdos, pues cada vez que llegaba a casa con el calor corporal, me despojaba y la abrigaba, era como si le entregará algo de mí para que se entretuviera conmigo, mientras hacía otras cosas. Yo lo que digo, me dice aconsejando. Que igual tu estas cansado mi niño de estar viniendo. No mamá, como voy a estar cansado. Si para mi es un paseo en moto y me despeja la mente y comparto contigo estos pasajes de tu vida y la mía. Que son irrepetibles, porque tenerte aquí, aunque sea en la cama es un regalo, te tengo que devolver unas migajas del amor que tú me has regalado en vida.

Además de darme la vida, mujer. Acaso eso no tiene un valor especial entonces vuelvo a estrujarla a besos, creo que le he dado unos millones en mi vida. ¿Te duele algo? Le pregunté para sacarle palabras. La espalda, los hombros, me duelen las muñecas las rodillas, la columna. Uff… Le añadí y la cabeza. Y se quedó pensando, que posiblemente tambien, pero lamentaba no acordarse de ese dolor… Vamos, anda mi niño. A donde quieres ir le decía. Quieres que te lleve al baile, No, yo estoy aquí tranquilita en mi cama. Yo ya no tengo cuenta con nada. Sabes que en Valsequillo tenemos un colorido especial, se a juntado las flores de los almendreros destemplados con algunas trochas de yerba amarilla, que comienza el sol, a desecar algunos llanos de trebolina, mientras los relinchones y jaramagos explotan de colores amarillos y las abejas tienen trabajo extra, los pájaros no paran de cantar, anunciando una primavera de amoríos y los mirlos se ponen a marcar el territorio desde madrugada, son tremendos cuando se ponen pesados. Ahora el campo está precioso, como a ti te encanta y sabes los nispireros están ajundios, nadie se come los frutos, o los recolecta, Ni los pájaros pueden con tanta abundancia. Cuando voy a caminar por las haciendas, encuentro unas margaritas, como la flor de manzanilla y en medio de la acequia antigua, que acompaña el camino, encontré un lugar que tiene rosas blancas salvajes, ahí en medio de las tederas y los cardos, tienes que observar la cantidad de insectos que trabajan en el campo, todo el día. Ahora está maravilloso. Ella se queda escuchando lo que le digo como si fuera una melodía, va ordenando toda la información en su cabeza y con la manga de la chaqueta de la moto, se toca la cabeza como si fuera mi mano, luego se pone a jugar con el velcro del cierre y le digo para ver si recuerda. Tienes que coserme la chaqueta y afirma con la cabeza que sí cuando quiera. Llega la cena y come con apetito y se permite el comentario de decirme que está desabrida una y la otra un poco amarga. Le dije que cuando no quisiera más que me avisara. Apura un poco y dice basta… Se lo ha pillado casi todo, entonces llega el yogur y eso es una delicia para su dieta molida. Has comido bien Carmen, me encanta cuando comes y hablas. Bueno ahora estoy un poquito mejor. Entonces le recuerdo, el día, el mes, el lugar, el año, la noche, el frio, Oye y que tal te llevas con Conchita… su compañera de viaje.  Conchita es muy buena, es mi compañerita… La verdad que son dos pedazos de tesoros de abuelas. Que esperan en la estación del más allá, aunque sigan llegando trenes sin su pasaje. Ellas tienen un billete de primera para el paraíso celestial. 


 

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