No acostumbro a meterme con las
cosas del diablo, son cosas de maldades y hasta pienso que el lucifer que nos
describen las escrituras, no es tan malo como se empeñan en pintarlo, creo que
simplemente se ríe del mal y estimula esos actos con desmedida benevolencia e
ironía. Como describir la maldad en auxilio y amparo de la inteligencia.
La fiesta de San Miguel es una
pasada… Ni el pueblo entiende tal despilfarro y peor aún, está dispuesto a
quemar su alma por seguir en una apuesta tan brutal de festividad. Sin reír
ninguna gracia, o, aunque le duela tales despropósitos, les echaran la culpa a
los gobernantes o a las cosas del diablo.
Vamos a centrarnos, por si
alguien decide entender este relato, tan sugestivo o en propósito del autor; Ironías
del destino. Cuando hasta Miguel, -el párroco auxiliar de San José de las
Longueras, se fue arriba en su homilía, los feligreses pensaron, que aquello de
ser tocayo del cura, era un extra y ablandaron su esperanza en la escucha. Y
luego José -nuestro párroco del pueblo- que tuvo el honor de pasar desapercibido
de romero, incluso en la romería, adaptándose a las circunstancias. Le reprochó
con cariño tales licencias eclesiásticas. Por que lo dejó sin tiempo de
exposición en su capellanía.
En la noche del perro
maldito, -Obra de teatro- el abuso del vocabulario del diablo se hace transgresor
e intimidatorio, para sensibilidades pueblerinas, pero hay lucifer. Señor del
averno, que siempre dice la verdad, repito. Siempre dice la verdad. Una verdad
que todos achacan a un problema de otros… Esquivan una verdad dolorosa y hasta al
servicio del análisis de la homilía de la festividad, valen los ejemplos, por
que la verdad solo tiene razón. La verdad. Y la escenificación a tomado las
calles del pueblo, para todas las verdades que se pueden incluso
malinterpretar, pero nunca quitar la esencia de la razón aplicada a cada uno de
los actores de la sociedad.
Esta fiesta de San Miguel de
Valsequillo es una pasada. Suponiendo que quiere justificar las ocurrencias de
los gobernantes y su abundancia de razones y decisiones en favor de hacer más
grande y olímpico la fiesta de su patrón celestial. Certificamos que a día de
hoy. San Miguel quema su espectáculo. Que no hay más razones para festejar la utopía
de tales olimpiadas de valentía.
Vamos a reflexionar en los pecados
capitales, no en la capital del pecado festivo, no. Estos gobernantes tienen
razones para quemar las fiestas, para realzar su única virtud, la exaltación de
un pueblo a través de un circo y bien que le parece a lucifer, pero el demonio –que
para eso es el rey del infierno- les va a recordar la balanza, en la que se
columpian los que creen que al pueblo se compra con fiesta.
Y… Oh San Miguel, generoso y
fiel guardián del Dios omnipotente. Tuviste que dar una lección de humildad en
tu procesión, enviar a uno de tus fieles más lúcidos e ilustres, a limpiar la
mierda del ganado delante de la procesión del santo. Por qué, algún responsable de la limpieza municipal,
se olvidó del detalle, cosas del demonio, que solo manipula con dinero. Tremendo…
O que se presenten dos bandas de música en los albores del día del santo, a justificar
las fiestas de San Miguel. Que orgullo de ir sobrados, para procrear la tierra
de los forasteros.
Me quedo con las cosas del
demonio, que al menos dice clara, la verdad.