Deja que suelte la palabra, que labre el pensamiento en un caudal de lectura e inspiración, la suerte de tener el mecanismo que elabora el tejido literario para disfrute del pensamiento activo. Soñar y contar los sueños, vivir y contar la vida desde la observación y las perspectivas. Es la melodía de la lectura quien lleva en volandas la suerte del encuentro. la filosofía de una vida buscando la plenitud a través de jugar con las letras y los mensajes encriptados que desvelan belleza literaria

domingo, 11 de agosto de 2024

Lanzarote no es mi tierra, es tierra mía.

Emulando la frase de D. José Saramago, intentando ajustar la emoción de la luz de la lava, del salitre del mar. A la tradición de volver a sentir su misterio, es esta isla una quietud de luz y armonía, un relax para el visitante, descubrir cada año su naturaleza escondida en la blancura de sus silencios, en el mar de sus calmas, una orquesta de sensaciones que cautiva a un espectador que atrapa su albor. Paisaje herido de maltratos del alma, el viento atropella la altitud y la convierte en capricho del dios que escarba

Amanece nublado, casi amenazando tormenta, es un edredón acolchado el que cubre con velo, la tierra sedienta. Al zoco de sus paredes agrietadas todo crece, todo se cultiva, el agricultor conejero a engañado al viento, ha bajado de sus dominios, a escondido sus alimentos y caprichos, sus vides y hortalizas. Asegurado un pacto con su arrecio impertinente, que barre constante la faz de su piel.

Y el mar, coquetea en sus marejadillas de paz, en la piel de la humedad que domina el aire y clava el cielo, no es azul su color, es otro capricho del sol, el que convierte sus mansas olas en acuario para “guiris” encantados, observar sus olas al llegar a la orilla, como juegan con la arena, dando volteretas en el último suspiro de su muerte mansa, no importa la espuma oxigenada ellas se sienten felices de voltear en sus arenas doradas

Y las rocas milenarias que duermen atrapando las algas, con el palpitar de la insólita constancia. La isla es fuego dormido y luz resplandeciente, es amor platónico de arena y bosques perdidos. Donde el consuelo de la decadencia se riza en la magia de su paisaje de cenizas. Lanzarote blanco y de nubes, de lagares y aromas a lluvia invisible, de hoyuelos con puntitos verdes de parra, de acuarelas de picón y azufre, de gargantas secas que abrigaron fuego, que abiertas al cielo siguen pidiendo agua, para calmar al diablo de sus entrañas.

Volver a su arena, volver a sus playas, a su luz, a su magia. Tiene un encanto que engancha. Tiene un sentimiento que enamora el alma, y su paisaje de montañas peladas, y su mar de lava solidificada, convierte los campos en terapia de las miradas, Lanzarote, aunque me duela el alma, no puedo estar sin tu belleza extraña, visitar tus santuarios y dejarme las huellas de las pisadas, contemplando las cornisas y la arena ametrallada, en los cantos de cenizas, que levantan tus murallas.

Algo de mi se quedó en Lanzarote, en la faz de su corteza bajo el cielo, algo de mi se quedó entre los volcanes que un día destrozaron su belleza africana y convirtieron en santuario la curiosidad del mundo por su sencilla amalgama, hoy es saqueo de quien no conoce tu causa. Hoy son reproches de mudanzas. Mantente firme Lancelot, no permitas que nadie rompa tu gracia.

Un año más Lanzarote, nuestra casa.

 

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