En estas frecuencias cotidianas, donde la inoperancia mas absurda hace gala de sus mejores conocimientos, uno siente una desazón por las consecuencias de pagar el tributo a una política inútil que no solo entorpecen las pocas soluciones que caen del cielo, por designio, además encuentran la manera de focalizarlo con el estilo de siempre, incapacidad gestora, incapacidad directriz, irresponsabilidad manifiesta cargada de una manía demagogia de santo patrón malquerido, las exposiciones parlamentarias son de carácter colegial, chupando cámara y parloteo de república bananera. Como es posible que a los plenos se llegue con esas cargas de ansiedad por cuestión. Es que las ordenes del día no tiene más resoluciones que el debate torticero de marear la perdiz, hasta el agotamiento. Donde están las clases que impartieron en parvulito gubernativo, los tiempos de exposición y los límites. Que sigue exhibiendo la decadencia de lo políticamente correcto, Dios nos libre que tengan que gobernar sus haciendas con la misma vara de ironía. -Nuestro ilustre D. Benito Pérez Galdós alegaba- la forma de hacer la política como el fracaso de lo parlante. Cada cual tiene su forma particular de transmitir sus ideas y comprometerse con su liderazgo en las resoluciones. El vocabulario de los idiotas para contestar si, o dar asentamiento a todo cuanto existe, no es necesario raciocinio ni comparación, ni juicio siquiera. En cambio, el no. Necesita razonamiento nuevo al de aquel que pregunta, y esto exige cierto grado de inteligencia.
Churchill decía que la política es la necesidad de doblegarse de vez en cuando a las opiniones de los demás. Esta premisa solo se manifiesta en una acción de castigo a la imbatible estima. Seguimos en el vagón de cola de la necesidad y pasa por la inoperancia más implícita, la absoluta falta de rigor y condescendencia con las demandas mas básicas del pueblo. El viejo romancero andaluz, sacaba pluma para recordarnos las penalidades de confiar en el espiritu de los impávidos.
- “A eso de media noche, vinieron unos estudiantes disfrazados de fantasmas, con velas en las manos y sárgenas en los hombros, y se encaminaron en procesión hacia el peral cantando en tono de prefacio: Andar, andar, hasta licitar al peral. Cuando éramos vivos andábamos por estos caminos; y ahora que estamos muertos, andamos por estos desiertos. ¿Hasta cuándo durarán nuestras penas? Hasta que les sárgenas estén llenas. ¡Sí! dijo el viejo; estas son las almas de los que me han robado las peras, que están penando su delito”-
Hoy se percibe un desánimo general, un creer que no podemos hacer nada, para evitar estas colisiones y debemos recordar que esclavo es el pueblo a quien se priva de manifestar sus ideas y regularizar su existencia, si les han quitado todo, libertad, derechos, medios de trabajo, aún les queda la conciencia, pero habrá que aplicarla con el sentido común de las soluciones. Tal vez la tristeza es el silencio de los corderos, la manada amontonada con la cabeza gacha ante el rocío, que no decaiga el aliento, somos parte exultante de los recursos.