domingo, 15 de enero de 2023

ATALAYA DE PALMERAS

 


Si la bohemia del tiempo tiene sensibilidad con un paisaje de palmeras, el antiguo valle Cásares era el marco de tamaña obra natural, un pueblo dormido al naciente de boca barranco, por donde el sol saca pulso cada mañana de verano y se enarbola entregando luz al palmeral y a las casas talladas en las cuevas blancas y negras de cantera dulce. De sus entrañas sacaron los perfiles de iglesias y catedrales. De sus campos yermos territorios de terratenientes que exhibían proletariados de señoríos. Fuentes de agua perenne que mantenían el valle encantado de verde y frutales. Y fuentes de aguas agrias que sentaron precedentes medicinales y patrimonio de tradiciones.

El valle sigue dormido entre la abundancia y el abandono. Entre el pasotismo y el sueño de la historia olvidada, y entre sus placeres descubrir sus encantos, sus añoranzas, sus verbenas de verano y ventorrillo, sus romances anuales de camadas y tradiciones. Cuantos recuerdos de niñez. Cuantos apuntes para una historia sin escribir, sin recordar, ¿dónde quedó tu memoria, valle de las cien Palmeras? Dónde quedó tu rincón olvidado aborigen de asentamientos primarios, donde tu pastoreo continuo de migración y pastizales. Dime de tus abuelos, cuanta belleza cautivaron sus miradas hacia el palmeral, cuanto amor derrocharon en sus virtudes, y en las cumbres de su cenit. La vieja montaña de las Palmas tiende el manto al norte cayendo por el viso de sus palmeras muertas para sacar su fortaleza de antaño, abajo el valle, la solana, el barranquillo de Juan Inglés, desde el lomo del Palmital en la distancia, al Lomo del rayo de en medio. Dos barrancos engrandecen tu riego. La abejera alta, y el de los Morenos creando un paisaje casi bíblico de oasis en un valle escondido.

San Roque, sacó su perro a pastorear, saco su ganado a pastar, sacó su brillo de un pueblo con identidad, dormido y paciente, cadencias de otros tiempos más esplendidos donde sus paisanos comparten lo mejor de su cultura y fieles anfitriones del momento. Lucidez espléndida de sol y encanto. Quien no conoce sus perfiles verdes que explotan en los cielos del valle. Quien no conoce sus ecos veraniegos de esplendor Y arriba la cantera, en el roquete caballero la marca municipal divide como la sacristía de su Iglesia, las lindes de otros terratenientes municipales, los que olvidan que el pueblo es mucho más, que voladores y festejos.

San Roque un Valle de ensueño, dormido en el encantamiento de su palmeral.


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