La ciudad desperezaba lentamente, pues sabido es que los tiempos eran lentos por falta de entusiasmo e iniciativas en creatividad y estudios libres, la imposición del poder castrense, la vieja lucha de la iglesia embadurnada de antigua y casposa, con su mandato divino frente a la ignorancia, el efecto ínsula asediada de temores externos, donde hasta las Viejas e inútiles murallas de la ciudad vieja, fueron cayendo lentamente con la iniciativa de algún alcalde con visión, para abrir la ciudad al puerto y de cara a un mar que le daba la espalda.
Si bien la apertura de las primeras carreteras hacia el sur norte e interior, desató la necesidad de una comunicación más potente, todo conllevaba las partidas económicas del gobierno para el avance y la lenta y moderada implicación privada para las inversiones en empresas, fábricas y tiendas, donde la economía floreciera conjunto a una sociedad
Otra de los transportes usados antes y durante el carruaje por las personas de alta sociedad hasta 1885 eran las sillas de manos cargadas por palanquines, que soportaban el peso del armatoste y de la dama que iba dentro protegida por cortinas y cristales, estas sillas llegaron a convertirse en motivo de ostentación, las familias pudientes presumían de silla, como hasta hace poco de automóvil de marca.
Silla de palanquines
Año 1855
Aparte de los primeros accidentes de -coches carruajes- la otra quiebra eran los molestos impuestos que comenzaron moderados asediar las obligaciones. El primer impuesto sobre carruajes y caballerías destinadas al recreo y comodidad de sus dueños, que se creó en la ley del 29 de junio de 1867, curiosamente se suprimió dos años después en 1869 y restableció por decreto el 2 de octubre de 1873, la exacción a los ayuntamientos como recursos municipales se produjo en 1877
Hasta el año 1880 no se notó la falta de orden en el tráfico de la ciudad, algunos puntos peligrosos por las confluencias de calles como Triana-León y Castillo, con Bravo Murillo-Muelle las Palmas, la prensa destacaba los abusos de algunos cocheros en maniobras al escape de las bestias,
El enorme tirón de necesidad que supuso el transporte entre las principales ciudades de Gran Canaria, el abuso exagerado que se estaban haciendo a los pequeños carruajes existentes, que llevaban el doble de personas de su capacidad, sin un control municipal, el maltrato a los caballos de tiro, por las exigencias del arrastre y la carga. Llevo a replantearse la necesidad de mayor capacidad en el transporte. Llegando de Inglaterra en el barco “Amazon” Dos Onnibuses encargados por la empresa de diligencias, La Primera, con capacidad para treinta, personas. Y la gran decepción tras los halagos, fue comprobar que Gran Canaria, no tenía carreteras para rodar tremendos armatostes, por lo que hubo que desviarlos a otro continente con mejores infraestructuras.
Carretera al Puerto de La Luz en Las Palmas foto coloreada año 1860
Carretera al puerto, aproximadamente por la zona de Alcaravaneras
Camino Real de acceso a Teror año 1860
Evidentemente se había desatado la euforia por la modernidad en el transporte, muchos vecinos increpaban a las obras públicas por lentas e ineficaces, sobre todo cuando la demanda se hacía eco constante entre las poblaciones de Arucas, Guía, Gáldar, las Vegas- zona centro- esto propicio que muchos ayuntamientos emprendieran sus propios proyectos de ampliación de caminos trialeros, donde a duras penas algunas empresas de transporte se aventuraban y de alguna manera comenzó el movimiento “pirata” entre las poblaciones más cercanas a la capital.
El otro gran problema, que latía en la conciencia, era el mantenimiento de los carruajes, no habían talleres, ni guarnicioneros, la gran frase que comenzó a correr de boca en boca, era que “había que traerlo todo de fuera” y lentamente comenzaron aparecer noticias en las gacetillas locales de intercambios y concesionarios de carruajes a la venta. Se había desatado la euforia de la modernidad sobre ruedas.
Carretera del centro, saliendo de Las Palmas de Gran Canaria a Tafira. 1865
Anuncios como “El 19 de marzo de 1864 entró la galera inglesa Kovian con cuatro carretas” - el 9 de agosto procedente de la Habana, la fragata Cándida arribó con un coche- “Se vende coche inglés de cuatro ruedas y cuatro asientos, la personas que quieran comprarlo, dirigirse a la calle Mayor de Triana 46, donde podrá examinarlo e imponerse de su precio” -Se vende precioso coche para seis personas, acabado llegar de Estados Unidos, su precio es equitativo…
Carretera a Telde al fondo, a su paso por la Primavera. Año 1864
Caseta de Fielato de la playa La Laja 1864
Y así los diarios comenzaron a llenar de noticias de ventas de vehículos carruajes, en la capital, donde ya había tomado velocidad la rueda aún sin carreteras, ni calles decentes. El futuro estaba por explotar y a todo ello, pronto empezó los artesanos insulares, a efectuar sus primeros arreglos en los carruajes importados, sustitución de lanzas que se rompían con frecuencia, la madera apropiada la encontraban en el comercio de D. Manuel García, en Triana 113. Más tarde se aventuraron a mayores empresas como la construcción total de coches y carretas, consiguiendo regular desarrollo en la capital, el maestro D. Marcial Martin González tuvo el taller en Viera y Clavijo, el más recomendado de la época todo un ejemplo de las primeras recomendaciones.
Carretera de la laja, Las Palmas de Gran Canaria – Telde 1864
Sin quererlo asistimos a una velocidad contenida del futuro, pues la lentitud la ejercían las administraciones, el poder político que era respetable y limitado. A pocas luces comenzaron aparecer soluciones desde el reino de España hacia las provincias. Pero habrá que seguir esperando y dándole de comer a los caballos -incluso con terapias de sementales- pues lamentablemente aún no se había inventado, el motor de combustión. Y la tracción de “gasolina fosilizada” seguía siendo sustituida por la “sangre natural” Que tiempos aquellos tan cercanos y tan lejanos.
Agradecimientos a la hemeroteca del Museo canario; El país, Ómnibus, Juan León y Castillo, El puerto de la Luz en Gran Canaria, Sociedad amigos del país, Tomás Morales, Domingo J. Navarro. Manuel Macías, Olivia M Stone, El telégrafo, José Viera y Clavijo, Diego Gigout, Domingo Déniz, Margaret D Este, Beatriz Tinaut, José M, álzala, archivo Acialcaza, Elías Serra, Charles Edward, Jose Fco. García, Néstor álamo, Gregorio Chill y Naranjo, Agustin millares, domingo Rumeu, Julián Cirilo, Archivo del ayuntamiento de las Palmas, la localidad, A. Doménech, la correspondencia, la verdad, Ibidem, rafael Henriquez Padrón, El Eco de Canarias, Alonso Quesada, Alcubilla, las Efemérides, diario de Las Palmas, Maurice Fabre, Jorde, Jose Suarez falcón, Pedro Socorro y tantos otros que hablaron y contaron los aconteceres con la gracia del momento. fedac.
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