La navidad es encuentro familiar,
es el momento y su intensidad, compartir las alegrías entorno al bien de
nuestra comunidad como un valor de hermandad con el aura del mensaje del nacimiento
del amor. A menudo me vienen recuerdos de aquellos otros tiempos desordenados y
borrosos, de los que siempre acabe grabando lo mejor. Las emociones, las
alegrías de los inolvidables y el tiempo como una apisonadora implacable avanza
en esos giros de luz eterna que da la vida y resuelve las nuestras, en ese
pasillo breve en el que interaccionamos, estudiamos, actuamos aprendemos,
compartimos, vamos llenando nuestra mochila de recuerdos hermosos, y tirando los
menos buenos, para hacer hueco a los que siguen llegando. Y entonces te das
cuenta en tus resúmenes de vida. Que va quedando la esencia de tanta gente
buena, que acompaña tu camino. Desde la familia, hasta los amigos. En el caso
que hoy les brindo, como un auténtico regalo de amor por el significado de esta
persona en mi vida. Mi abuela Nora. La Mama Nora, la madre del padre que no conocí,
que me trataba cual, si fuera su hijo, con ternura y un desmesurado amor de
madre. Ella nació en el umbral de 1900 y nos dejo en el umbral del año 2000,
Casi toca los tres siglos 19, 20 y 21. Una apisonadora de vida llena de
alegrías y tristezas, de muertes jóvenes y nacimientos de esperanza. Y así nació
la familia, con un amor infinito entre los vaivenes de la vida. La recuerdo en
su sonrisa angelical, la presiento en sus mensajes de ternura. Ella fue una guía
en la oscuridad, en las penurias, en los anhelos, una de esas abuelas
entrañables que sabes que te cuida por siempre.
Ella en su juventud, trabajo de
dama de compañía -sirvienta- de las hijas de la familia Manrique de Lara,
acompañaba a las clases de canto, de baile, de los años 20 del siglo pasado en Vegueta,
Las Palmas de Gran Canaria y se enamoró de la vida, de aquellas cosas tan emocionantes
que aprendía y compartía con la bondad de mujer agradecida. Era ávida y lista
para captar la sabiduría, era soñadora y angelical para tratar a las personas.
Hoy siento una deuda de gratitud por su historia, intentaré recuperarla y
escribirla al menos sus pinceladas más emocionantes, pues nuestra vida es justo
eso, el cúmulo de bondad, amor e inteligencia que te regalan y que guardas como
un tesoro afortunado para andar por los caminos de tu destino. Ahí les dejo una
emoción de casi cien años vividos convertidos en un regalo de navidad familiar.
Felicidad para todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario