En este umbral de la vida, en
que el destino espera la liberación del cuerpo y la llamada a la piedad de la
muerte digna, se hace grito. El triste sufrimiento de una angustia disfrazada
de decadencia se va apoderando de tu ser, tu piel se entrega al martirio de la
vejez, la movilidad se reduce a la torpeza de los movimientos, tu mirada se
pierde en un mundo borroso e incomprensible, tu pensamiento real está atrapado
en esa cárcel del misterio, pero tus expresiones y comunicación huyen con la inquietud
del desespero, tu angel de la guarda terrenal te cuida, pero tu quieres ver más
allá, quieres atravesar el umbral de la vida, quieres ángeles celestiales en la
que tantas ocasiones los llamas y demandas. Estoy aquí, no me abandones ahora. Por
qué no vienes, Dios. cuantos rezos te he encomendado en vida, ha sido un rosario
constante, a sido una plegaria y glorificación de tu voluntad. Una voluntad de
silencio y respeto, en la que solo encontrado la música del amor como hilo
conductor a tu grandeza. Ahora te necesito, se que estas ahí y obras en la
misericordia de lo terrenal, ten piedad señor. No permitas que este santo oficio
de vivir, sea una letanía de súplica en la despedida, he hecho cuanto bien me fue
otorgado, enseñado, inculcado, e obrado en pensamiento, palabra y obra. Soy alumna
de tus enseñanzas, aunque se que tratas de enseñarnos algo más. La crudeza de
la vejez, la angustia del amor, la compasión del sacrificio, la belleza de la
continuidad. La espera del paraíso. Tantos misterios, porque así fue mi vida un
enigma, me diste la oportunidad de vivir y sufrir, me regalaste buenos hijos para
testificar tu amor, para labrar con indulgencia la sagrada familia y aquí estoy
ahora, mirando al cielo. Tocando a la puerta de tu reino infinito, veo al otro
lado mis seres queridos sonriendo, es un espejismo del pensamiento, es una
realidad tridimensional, es mi pensamiento que desvaría. Yo creo en ti, soy tu
siervo señor, ten piedad.
Carmen, para la identidad, Carmensa,
para tus hermanos y sobrinos, Carmencilla, para la abuela, Carmencita, para la
vecindad, mamá, para tus hijos, abuela, para tus nietos, bisa, para tus biznietos.
Cuan grande es tu nombre cariño, que nos sigues iluminando desde el pensamiento
tus enseñanzas. Tu amor es infinito y está encriptado en tu descendencia, nos
regalaste con tanta dignidad lo único que se puede compartir con alegría. El amor,
ese milagro que hace que podamos entender mejor las razones de la existencia. Es
nuestra única medicina cariño, y te aumentaremos las dosis por toda la eternidad
terrenal y celestial.
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