lunes, 20 de febrero de 2023

JULIA NOS REGALA DATILES

 

Medjool significa de origen desconocido en el norte de África y oriente. La cultura de los dátiles tan cerca de nosotros tiene su encanto en los valles de palmeras de Israel, Cisjordania, Túnez o Marruecos. Que delicia la textura y los sabores de la melodía frutícola de los desiertos.

Julia cuando viene a casa, trae un bote de cristal transparente ovalado, donde duermen los sabores de aquellas tierras, melodía soleada de los oasis, el silbo de las ramas al zarandear sus piñas doradas. En un silencio acompasado por aves y luz, sombras y auroras, por polvo de arenas secas y pieles agrietadas que toman té como rito mentolado de pasiones, las miradas ausentes arenadas de tormentas y supervivencia. Como quien espera el paso de esta tierra y harto de mirar y esperar se le endurece la luz de su visión con la metralla de la arena invisible del desierto que le lima las pupilas.

Los dátiles ocres como la vieja madera de cedro sin abrillantar, con esa azúcar blanquecina que decora sus hoyuelos arrugados, son esponjosos y mollares, con una pipa delgada y alargada que se suelta en cuanto la mueves y las hebras de texturas fibrosas doradas se mezclan con la esponjosidad de la pulpa tierna y suculenta. Pocos manjares, envuelven mejor la historia de las civilizaciones a través del tiempo, la gracia infinita de los dátiles de Medjool -desconocidos- viene a la mesa como un recuerdo de otros continentes.

A mi madre, le encantan los dátiles y fue tal vez esta razón desde mi niñez, por la que comencé a concebir mi amor por esta fruta tan rica y antigua, Cuando iba al mercado compraba dátiles y racionaba como un postre de sobremesa o como una infinita y suculenta golosina. Los dátiles, el gofio, las aceitunas o el queso, entre otras primicias de la tierra ayudaban a cubrir las necesidades alimenticias primarias y equilibradas de los años duros

Cuantos recuerdos dulces duermen bajo las estrellas, cuanta nostalgia perenne esconden sus arrugas, cuantos milenios colgaron tus racimos, cuantos vendavales sacudieron tus palmeras, antes de saborear tu inmenso placer seleccionado de aromas.

Gracias Julia por tan dulce sabor a la antigüedad llegado de oriente.


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