Como formar parte del espacio y el tiempo, multiplicando la esencia y ganando al conocimiento. En esta escultura al viajero insaciable, el autor -Bruno Catalano- sopesa lo que queda entre la esencia y el cultivo, lo que vemos es una absorción del conocimiento que se desintegra en la capacidad de atrapar tanta información y caracteres. Una fugaz huida hacia nuevas fronteras, catapulta otras dimensiones insolidarias y anónimas de la velocidad con que pasa factura la vida. Engancharse a viajar sin fronteras, ni historia. Por el simple placer de devorar a pie el tiempo y el espacio, es una mirada basta sin escudriñar. Es una noción de haber vivido o un estado pasajero de transición permanente, Aquí el pasajero tiene prisa por llegar a ninguna parte. La peor secuela de su propio destino. Lleno de lugares sin nombres, de momentos sin huellas. Destino de quienes quien llegar pronto, sin disfrutar el camino...
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