Deja que suelte la palabra, que labre el pensamiento en un caudal de lectura e inspiración, la suerte de tener el mecanismo que elabora el tejido literario para disfrute del pensamiento activo. Soñar y contar los sueños, vivir y contar la vida desde la observación y las perspectivas. Es la melodía de la lectura quien lleva en volandas la suerte del encuentro. la filosofía de una vida buscando la plenitud a través de jugar con las letras y los mensajes encriptados que desvelan belleza literaria

lunes, 15 de agosto de 2022

ENTRE ACEBUCHES Y CASITAS CANARIAS

 

Siempre hay un tiempo para compartir, un tiempo de familia sagrado, un verse las alegrías y acercar las distancias y en ello, no hay mejor atención que los sagrados anfitriones del Espartero. Antoñita y Mario, volvieron abrir las puertas de su castillo encantado, para que el verano y sus caprichos soleados, nos dieran un baño de familiaridad y ratitos estivales.

En aquella falda del volcán dormido de Pino Santo, los barranquillos, lomas y cauces, marcaron un territorio de postal, de serena postal de alisio. Ahí donde la frontera con el fenómeno climático comienza hacerse fuerte y natural. Y aunque el sol brille en estado bravo, el soplo silencioso del viento acaricia sutilmente las montañas, refrescando al morir la tarde. Las nubes suben arropar la cima, a airear su vegetación de verde acebuche apiñados y cortezas de negro carbón.

Bancales de fruta golosa se esconde entre los amplios cañaverales. Que como cortinas de feria cierran las visiones de los foráneos a las introspecciones furtivas. Las viviendas se han ido apilando en los montículos naturales, para aprovechar las tierras de plantío y el encanto de su estampa rural hace entrañable la vida en la tierra.

Sus casi mil metros de altura, le añoran largas de noches de invierno y lectura. Amparados por la cara norte de la isla sitúa su vegetación entre dos latitudes temporales, arbustos acebuchales esparcidos entre barranquillos y laderas que acompañan las vertientes del barranco del cortijo hasta su nacimiento cerca del Faro de Teror, y arriba los eucaliptos y helechos atrapan la humedad de unas medianías caprichosas y rurales.

Volver al Espartero, fue volver abrir el libro de gnomos y druidas, para acompañar en esas reuniones anuales y bíblicas. Un encuentro de magia familiar que acompasa la medida del tiempo, los magos de la tierra media, se reúnen en un lugar del paraíso para reírse y manifestar los lazos de familiaridad. Son hermosas sintonías de compás y dichas. En las que el único factor que hace visible la grandeza del momento es la sonrisa de estar vivos y unidos por vínculos temporales y generacionales.

Y la noche borró el paisaje y escondió los sueños, la cúpula celeste desplego su lienzo. Mientras en el banco del patio, la meditación y el balance de Mario y Antoñita fue ralentizando la noche y atrajo la curiosidad de las lechuzas, en el brillo de sus ojos iluminaron el bosque encantado del Espartero como luciérnagas aplaudiendo su generosidad con destellos.


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