Las curiosidades o existen o las producimos por la sintonía de darse las carambolas del destino en la que uno se apasiona con los acontecimientos. Días pasados me entretenía curioseando relatos de canarias: De cultura, costumbres y profesiones olvidadas. O de casos fortuitos de las islas a través de la prensa canaria de las revistas, como “Pellagofio” -Yuri Millares- Tan completa y cercana a nuestras costumbres.
Me llamo la atención un articulo de
los fareros -torreros- y esa antigua profesión de señalizar la tierra a los
marinos desde los lugares mas mágicos y apartados de las islas como son, sus
faros. En este caso era la isla de fuerteventura, en su punta más al sur y en
ella, sus tragedias marítimas.
Me puse contento, pues descubrí en
una vieja fotografía –cedida por Pablo Vega- de un barco inmovilizado frente a
las costas del faro de Jandía. Como se podía apreciar una moto Guzzi Hispania 65,
amarrada en la cubierta con el barco totalmente encallado y escorado sobre
babor, en el texto del pie de foto, se podía leer; El torrero -farero- Ricardo
Gutiérrez sube al Bartolo -nombre del barco, encallado- para recuperar su
motocicleta, inevitablemente, me puse a devorar el texto por la curiosidad, de
la situación documentada.
El 7 de septiembre de 1973, haciendo la ruta costera y en plena madrugada encallaba el Bartolo en la playa de las casillas, llenando toda la costa de objetos, pues además de la carga y abastecimiento que hacía a las pocas casas de la punta de Jandía, venía con pasajeros que resultaron ilesos. Según manifiesta el Torrero, lo único que no se pudo recuperar fue el velero que quedaría cadáver varado frente al faro. Venía además el relevo del farero que regresaba al intercambio con su compañero lo cual se producía cada seis meses, por acuerdos profesionales.
La sentencia del Farero preocupado
por si la torre del faro estaba apagada, mientras los náufragos le comentaban
que no, que estaba encendida, solo que se confiaron demasiado y se acercaron
mucho a la costa y ya sabemos como se las gasta el mar del norte majorero
cuando embravece y engaña.
Ricardo Gutiérrez, el farero que naufragó estaba deseando que amaneciera el día para recuperar su motocicleta, que en aquel año 1973 era el objeto más preciado para sus aventuras por el sur majorero, porqué la vida de un farero debía ser aburrida en un pedazo de tierra avistando el mar, sin movilidad y apenas vecindad. Su sentencia en cuanto pisó tierra, fue recuperar su moto, “sin ella no me quedo”, Y así procedió a salvar la náufraga de la Moto Guzzi 65, escalando al Velero “Bartolo” encallado que acabó destrozado y tragado por el mar majorero en pocos días, con ello la épica pasión de un rescate de naufragio, una de aquellas motos que llenaron nuestra infancia de recuerdos y la soledad de este farero de anécdotas y rutas de tierra,
En la foto se puede apreciar la
moto en la parte alta del Bartolo, mientras escalan a su salvación, bien
ubicada, probablemente la moto más antigua que haya llegado en barco a la playa
de Jandía. Como naufrago, una historia que pudiera continuar si diéramos con su
actual propietario, que la tendrá a buen recaudo o en la duda, arrimada en la soledad
de aquel faro, como pieza de museo náutico que duerme su salvación y aventuras.
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