Pocas veces usamos la palabra sensación. Ahora sello para confirmar, un cambio climático que augura un relevo de lo establecido, una sacudida en formas de; Escalofrío, nostalgia, romanticismo, luz opaca. Ocres, colores y humedad. El otoño es una época que deja entrever las sensaciones elevándolas al modo romántico de la espera, de la charla familiar, del arropo entrañable con los seres queridos. Es una sensación que modifica el estado con el que entendemos las transiciones y en esta tesis de adivinar las emociones que produce, nos fijamos en los detalles, que nos rodean y se exhiben como precogniciones inminentes.
Por ejemplo; La luz difiere y tras unos días opacos, de lluvias. La luminosidad del sol reaparece en un cielo despejado y es una primavera exuberante limpia de polvos cósmicos, una cara recién lavada, lozana y radiante. El otoño de las Vegas es un concilio activo de reverdecer el campo, es un suspiro interno para sacar los nuevos brotes verdes en todas las dimensiones de la naturaleza. Y el silencio abstrae el sentido del tiempo, que sigue la ruleta de la tierra en su desplazamiento orbital. Querer interpretar las emociones que produce sus giros, es entender las inclinaciones de su radio, El sol nace más al sureste, muere más al noroeste, es más lejano su candor, más cálido su esplendor, más romántico su existencia, al final son momentos de emoción los que produce sus ciclos. Son situaciones opuestas las que exaltan las condiciones de los ciclos estacionales y nos hacen sentir en lo auténtico, lo divino, lo expuesto, lo sublime y la muerte.
Cuando interpretamos los colores de la naturaleza que avisa del cambio, los seres vivos que se adaptan a las anomalías y el sentimiento que encubre las sensaciones, los cambios nos marcan las arrugas y nos confiere la sabiduría del planeta más antiguo del sistema solar y juntos percibimos esa conexión mixtica que nos hace sentir, sufrir y amar. Que nos hace libres, prisioneros o ausentes, la magia del tiempo enebra en la corteza de los seres vivos los cambios que dulcifican su interinidad, los abstraen de ser elegidos de una naturaleza sabia y sublime, que orquesta, miles de millones de movimientos engranados y sincronizados.
A través de la ventana de este hogar que observa el campo, que divaga y escudriña un paisaje de ensueños, siento el poder de la exclusividad y la emoción del notario que transfiere al texto, un nuevo paisaje modulado por la mano de Dios, El otoño en las Vegas. Es una cascada de emocionantes días de frescor y agitación, de sacar los colores de la tierra con la melodía de la batuta de la lluvia, y la dulce sinfonía de la luz, que transfiere, se aleja, proyecta, se escapa, muere lentamente. Sobrevive nítida en los giros de una tierra esculpida de experiencia y cambios, con tanta filosofía como verdad, con tanta inspiración como romanticismo, con tanto renacimiento como muerte. El otoño en las Vegas es un placer para los sentidos un escalofrío para la memoria de reminiscencias felices.
Sentirme vivo es una experiencia inaudita, Bienvenido despertar del otoño.
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