Alguien
repite la frase urgente, de no matar el tiempo, pues es el susodicho quien te
mata a ti. galopando hacia la frontera de la madurez, se escurre la mirada
hacia el interior de los archivos que guardamos de la vida transitoria, parece
un registro gigante, cuando en realidad es apenas unas docenas de recuerdos,
nítidos algunos, borrosos otros, sin voz, apenas coloreados, secuencias e imágenes
que vomita el pensamiento si lo fijas en alguna carpeta del recuerdo. Si al archivarlos
los guardaste sin las etiquetas de las emociones. Entonces el propio cerebro se
a encargado de eliminarlos para seguir haciendo hueco a nuevas experiencias,
más placenteras. Hay quien tiene la capacidad de no dejar de etiquetar esas
sensaciones que produce el pulso de la vida en los acontecimientos. Y enriquece
sus valores en una transformación espiritual filosófica, que curioso, esa barca
que cruza los agitados mares, a veces con tempestades y luego después de pasar
las tormentas, navega serena, plácida, escuchando el chapoteo de sus remos como
quien navega un lago dormido, que invita al disfrute de flotar sobre la
inmensidad desierta del agua. A lo lejos, en las orillas vemos alejarse, el paisaje
esculpido de vida, bosques y montañas, costa y armonía. Mientras te pones a
registrar los archivos sensitivos de la memoria, a ejercer de contable de tu vida,
a sumar registros, actuaciones, errores y perdones. En esa barca que no necesita
viento que la mueva, ni velas que la empujen, va solo la inercia del
pensamiento seduciendo la paz, el encuentro contigo, con aquel niño mariposa
que tocaba con ternura las texturas de la vida, que aprendió rápido con la
voluntad de avanzar y descubrir. Recuerdas al joven que se comió el mundo, con
la energía de la primavera, con la fuerza del temperamento, aquel adulto que
cumplió su destino ejerciendo los valores que la sociedad le exigió, aquel
abuelo, que regalaba sonrisa, ternura y sabiduría. Cuantos patrones acechan nuestro
tiempo, el recorrido de nuestra vida. La verdadera sintonía de ordenar el
espacio infinito de nuestro pensamiento, con la palabra armonía. Por que ella
forma la estructura elemental del ser humano, la ligereza de navegar con las etiquetas
de tus archivos emocionales encapsulados con su energía autónoma y
clarividente.
Deja que suelte la palabra, que labre el pensamiento en un caudal de lectura e inspiración, la suerte de tener el mecanismo que elabora el tejido literario para disfrute del pensamiento activo. Soñar y contar los sueños, vivir y contar la vida desde la observación y las perspectivas. Es la melodía de la lectura quien lleva en volandas la suerte del encuentro. la filosofía de una vida buscando la plenitud a través de jugar con las letras y los mensajes encriptados que desvelan belleza literaria
sábado, 9 de marzo de 2024
Ese espacio infinito de pensamiento
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