Tierra agradecida que recibes el llanto de las nubes y lo conviertes en esplendor, hoy tras un soleado final de año, que aparentaba que el año venidero iba a ser penco, como anuncian los paisanos, nos diste una tregua en Reyes, y dejaste pasar las nubes del riego de mi jardín, llevamos unos días enchumbados de tu gloria y la tierra se ha vuelto viva, explota en todo su verdor, saca su esencia más fuerte para recuperar la sintonía de esta época. Explotan los almendreros en capullos blancos tocando campanillas de navidad, es la función de enero de las lluvias del norte, las que abrazan los campos con absoluta normalidad invernal, calan frío, y destilan gotas sobre la piel de las hojas de las trebolinas y la plantas crecen con una euforia espectacular.
Tras
mi ventana, la mirada es tierna y seducida por un paisaje invernal, ese que nos
regala tres meses al año en todas las tierras altas de las Vegas, los campos de
las haciendas y el ascenso hasta el pinar. Valsequillo son medianías protegidas
por el tiempo, por las estaciones, todas se manifiestan con un esplendor
especial.
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