Anoche
te sentí llorar Famara, un llanto de dolor incomodo, algo molestaba tu
tranquilidad, cuando lloras los adultos intentamos analizar el dolor; las causas
de las molestias, analizar los patrones de reacción; Era la inmadurez
intestinal, que a buen analista se manifiesta siempre después de las comidas; cólicos
o reflujos ya manejamos el vocabulario técnico de tus maldades. La tragedia es
como calmarla, pasearte, sacudirte, darte golpecitos, todas estas mañas comienzan
a ser el consuelo de tus lamentos, y los papis se pasan muchas horas caminando
y porteando tus dolencias para aliviar y meterte en el reino del sueño, que
adormece el dolor y lo desplaza a su función regeneradora.
Te
sentí llorar Famara, y las abuelas lloran adentro, tambien… Quiere aliviar tu angustia
de bebé; aunque ya tuvieron hijos, su naturaleza materna le araña la
sensibilidad. Y aplica los remedios antiguos de las abuelas. La de Valsequillo,
te pone sabanitas calientes en la barriguilla; la del Lomo Magullo, te aplica
unos rezos para el maldeojos; remedios de abuelas, a veces consiguen aliviarte algo.
Un algo que calma el sosiego y alivia el desespero. Mama y Papá, se van
curtiendo en tu crianza, convierten su templanza en tranquilidad, permitiendo
que la naturaleza humana realice el trabajo de la madurez; te llevan a las
revisiones periódicas de pediatría, toman nota de cualquier anomalía o
circunstancia; elaboran una hoja de ruta de pronóstico, que ayude a la pediatra
analizar síntomas; a descartar patologías asociadas.
Cuando
lloras Famara, los que están pendientes de ti, analizan si es dolor o habilidad
para llamar la atención de otros bienestares; deducidos por tus manifestaciones
activas de bebe maduro y flexible, de mirada “Quiqua” y curiosa, tu pequeño
mundo está lleno de motivación y estímulo; muchas de tus actuaciones, giros,
movimientos, miradas, son de una graciosa actividad y madurez, por ello todos
te observan para entender tus manifestaciones de amor o dolor, de hambre o
sueño; una ternura solo al alcance del amor de tus padres y familia cercana.
Como
has crecido Famara; tus movimientos agitados a veces, tu mirada con chispa que
aun no define el color de tus ojos; entre grises y azul eléctrico, entre océano
profundo y universo sin estrellas infinito, la cabecilla la giras con una
destreza digna del reflejo activo, le das a tu musculatura infantil el trabajo
de fortalecer los pies, en los que ya te irgues; tan solo una semana y media, y
algunos ya consideran que te vas a echar a correr, entre macetas y gatos. Otros,
que pronto te subirás a cabalgar a lomos de “Marley” ese perro grande que te
mira con ternura y que te envía mensajes de responsabilidad
Como
aprender a quererte Famara, si ya nos tienes cogidos por tus alegrías y movimientos,
ese amor que destilas de la fuente del amor de tus padres; que, a la vez, son
el reflejo de la fuente del amor de tu familia; una comunidad sumida en valores
y hazañas de historias y continuidad, regalas tantas emociones que solo tu
crianza, merece el amor de los tuyos y en eso te aplicas, con naturaleza divina,
como una especialista pequeña Famara.