Cuantas
veces una vieja fotografía de nuestra familia nos desvela el pasado motorista
de alguno de sus miembros, tíos padres, abuelos, o primos no tan lejanos. El
caso es que viene a ser nuestro primer eslabón genético en relación con las
motos, evidentemente quien tuvo la suerte de tener abuelo motorista o
bisabuelo, un orgullo más para asistir a la bohemia que supone estos hallazgos.
Días
pasados buscando en los álbumes del recuerdo, me asalto el tipo de relación que
se daba en aquellos casos de familiares motoristas, primero evidenciar las
necesidades de movimiento de la época que generaba la compra del primer
vehículo motorizado, y con ello los factores posteriores, que comenzaban con el
transporte al trabajo, al deporte, a las verbenas, en busca de amoríos, o
simplemente como una herramienta más de un país que se industrializaba en los
duros años 1950 / 60 / 70 y hasta 1980.
Me
quedé prendido del elemento noviazgo en moto, suponía las primeras veces
que la mujer se manifestaba en tal elemento como pareja, evidentemente era toda
una atrevida aventura ya que el factor social cultural y religioso estaba muy
arraigado, en las conciencias femeninas, ralentizando el fenómeno los tabúes.
La revolución del Rock and Roll y el Pop internacional, la televisión y la
moda, comenzaron por hacer furor desde la Europa liberal. La mujer comienza la batalla
de la liberación y decide pasar de sentarse lateralmente, por el factor
cultural, a montar en moto como a caballo, todo un desafío
Estas
pequeñas pinceladas comenzamos a encontrarlas en las primeras fotografías en
blanco y negro, en las ciudades más concurridas como normalidad a principios de
los años 60, los primeros maridos que llevaban sus mujeres, haciendo todo tipo
de peripecias, para mantener la verticalidad de la motocicleta. En los años
setenta se libera la posición de montar en moto y la mujer salta a la silla,
como audaz jinete de carreras sin rubor y con el desenfado de la movida
juvenil.
En
algunos casos excepcionales, conocemos la pasión desbordada de algunos
deportistas, que además usaron su motocicleta para llevar su mujer a la boda.
Caso especial de un artículo de periodismo de la época que argumentaba la nota
del corazón y la pasión por las motos de nuestro eterno Pepe Moreno que llevó a
su mujer en la Bultaco a la Iglesia, además escoltado por una jarca de amigos
en Derbis y marcas del momento.
En
mi familia se dieron varios casos, mis padres con un derbi, mis tíos con BSA,
el matrimonio que me atropelló con una MV Augusta en la pista de tierra de la
casa en la Gavia y tantos otros conocidos, gente hoy mayor y muchos
desaparecidos que nos dieron las primeras connotaciones históricas de la
transición y evolución de la mujer en moto. Habrá que retomar los datos de las
hemerotecas para actualizar estos movimientos espontáneos que liberalizaron el
mundo de las motos en parejas, donde la primera revolución social la representa
los amores del motorista y sus necesidades.
“El
día que nació mi hermana, primera nieta de mi abuela. La abuela Benita sacó su
impronta de mujer resuelta y le dijo a su marido, Miguel prepara la moto que
nos vamos a Telde, a conocer a la nieta, los ojos de mi abuelo se inundaron de
felicidad, era la primera vez que su querida mujer le pedía que le llevara en
moto. Aquella Francis Barnett 125, fue la moto más rotunda y enamorada de una
tarde de verano, que rubricó los genes y la pasión de la familia y las
motocicletas” año 1964
Tras
la vida útil de cualquier moto, probablemente haya muchas historias de amor por
contar, tantas y tan variadas, que necesitaríamos una recolección anecdótica de
los agraciados amores en tiempos de motoristas
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