En algún lugar de Gran Canaria, donde el silencio sacude las montañas y el paisaje es abismal, una de tantas cadenas montañosas con crestas de pinares cierra un caprichoso triangulo de naturaleza que cae desde 1400 metros de altura al inmenso azul del atlántico. Al noroeste de la isla redonda de Tamarán. Con algo más de 2000 hectáreas es ahora propiedad del cabildo insular.
Comenzamos
el descenso desde la entrada de Tamadaba, por una pista de tierra de 18 km. Que
conecta la cumbre con el andén verde, Al ser un espacio de uso restringido, hay
que solicitar permiso a la administración, para el control del uso y disfrute.
Merece la pena una visita, ya que la formación geológica y natural es
monumental con impresionantes vistas sobre un paisaje indescriptible
La primera parada en el descenso. es el Mirador de la Cruz de la Virgen sobre el barranco y el embalse del Vaquero, de la antigua comunidad de regantes de Tirma, un agua limpia transparenta el espejo del cielo luminoso como una inmensa piscina natural, Por la Hoya del Laurel, el barranco se estrecha y la pista forestal se vuelve sinuosa y serpenteante escapamos hacia la Rosa nueva, por la Morra y el reventón, topónimos que el amigo José Martínez Ojeda, nos contaba como un rosario de la aurora y es que nuestro anfitrión viene a ser el heredero natural de Tirma, nacido con otros seis hermanos, en este paraíso de montaña y andenes. Actualmente queda él, cuidando la hacienda la Marquesa.
Nuestro
feliz anfitrión nos muestra y pasea por la hacienda y nos invita a conocer los
secretos de aquellas tierras. Descubrimos a un sibarita de las plantas y de las
antigüedades, José, nos va mostrando las más significativas; sus propiedades
curativas y olorosas. Sus nombres heredados de la observación y la memoria. La
Nauta, El poleo, Mala madre, buganvillas, rabo cochino. Habla con la sabiduría
de los años, de la experiencia acumulada en el disfrute de sus labores
cotidianas. Nos recuerda de niño subían
los arrieros de la Aldea para Agaete, por el Risco, por el camino del Cartero, el
que sube por las tabladas y el barranco del secretario, que murió asesinado,
por revanchas, de malos registros de fincas en desuso.
Cuando
pasaban y paraban a beber un Jarro de agua, por el Llano la Marquesa donde
vivían gente en las casas de labranzas. Como las relaciones entre aldeanos y
gente de Agaete -culetos- no eran muy buenas, les despachaban con esta
cantinela. “Un caldo papas tengo al fuego, no tengo paja pal burro, pero falta
poquito pal Risco, cristiano” Y continuaban sus andanzas, bajando al risco por
el Paso de las mujeres. José tiene una mente sana, llena de recuerdos y
anécdotas, habla y cuenta batallas con la alegría de un sabiendo que ha visto
muchos soles nacer detrás del gigante Faneque, Muchas puestas de Sol morir detrás
de la Montaña de Tirma
Los
Pilones, Saucillo, Lomo los frailes, Carreño, Los llanos de la pimienta, cueva
nueva Corralete. Tifaracal, El salado. Tantos lugares con identidad propia, caprichosas
formas del relieve isleño en la formación más antigua de Gran Canaria, que
igual te regala un caidero vertical de puro espectáculo, que un charco azul
para descubrir perplejos de encanto, que te ofrece una sabina con 500 años despistada,
que mirar a la cúpula celeste como conecta con la madre naturaleza, donde la
inmensidad del silencio es la majestuosidad de Dios.
Para
el senderista Tirma es otro mundo, uno donde no hay ruidos externos, es un
parque temático natural vertical e isleño, hay que patear, caminar y como las
hormigas buscando puntos de referencia en la inmensa capa de tierra que nos
localiza y lleva alguna parte, Tierra y puro elemento natural antiguo la última
pared que se levanta hasta el cielo, para guardar la tierra.
Se
puede visitar en moto o 4 x4. pistas forestales de tierra, con bastantes enlaces
internos, que pueden sumar más de 50 km. Sí, hay que solicitar el permiso en el
cabildo, hay un tope máximo para acceder y es un lugar mágico, para que siga
dormido, si tu duende aventurero y curioso, no es capaz de entenderlo, hay
muchas más opciones en esta isla mágica, para conocer y disfrutar.
Despedimos
al guardián de la salida del castillo, mostrándole nuestras credenciales y
dando las gracias, por tamaño regalo, ahora seguimos varios kilómetros más
hasta el cruce con el andén verde cerrado al tráfico y la corteza de la tierra arañada
de viento, salitre y musgo del cuaternario, tapiza la pared de los riscos, que
suben desde el mar a la cumbre, aquí empieza a descansar la cola de dragón
milenario que se extiende sobre el acantilado y yace en la playa de la aldea.
Gracias
a los amigos del TTllín por el regalo currado incluyendo el previo con Miguel, Eduardo
y el hermano y a José Martínez Ojeda guardián de los andenes y de los Llanos de
la Marquesa, larga vida a ese caballero medieval.
Conoce,
cuida y disfruta de los rincones de Gran Canaria.
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