Deja que suelte la palabra, que labre el pensamiento en un caudal de lectura e inspiración, la suerte de tener el mecanismo que elabora el tejido literario para disfrute del pensamiento activo. Soñar y contar los sueños, vivir y contar la vida desde la observación y las perspectivas. Es la melodía de la lectura quien lleva en volandas la suerte del encuentro. la filosofía de una vida buscando la plenitud a través de jugar con las letras y los mensajes encriptados que desvelan belleza literaria

martes, 20 de abril de 2021

COMO ESPABILAR A UN MANDARRIA



Pedro Mireles, bajo de la Cruz de los Llanos en las montañas de la isla de Gran Canaria, en los años sesenta, vivía adentro en las Hoyas, trabajo en las cumbres de San Mateo.
Su vida joven se desarrollo entre ganado y pastoreo. Cuando se casó, se fue a vivir abajo a la Breña en el barranco las Olletas

Tuvo varios hijos. Que nacieron con mucha paciencia, eran más parados que el "caballo del fotógrafo"
Ninguno sirvió para estudiar, Estaban embrutecidos con labranzas y ganado, el futuro no pintaba luminoso para los chavales que no fuera el pastoreo y el campo.
Entonces Periquito el padre, habló Como maestro Feliciano, Uno que tenía un taller de Herrería cerca del puente Telde

Mire a ver, Si me Espabila al gandul este, le dijo con desdén, entreténgalo por ahí Aunque sea limpiando, aprendiendo lo que pueda, de recadero..

Rogándole a maestro Feliciano, consiguió meter a Perico con 14 años y una pachorra galopante en aprendizaje de profesión.
No le pague nada, Yo lo que quiero es que lo espabile, Decía el padre.
Periquillo estaba el lunes, en la puerta el taller, después de estar 1 hora parado esperando alguna iniciativa
Bueno Pedrito, Dígale que empiece el lunes, a ver que tal.
Allá tiro Pedro hasta la maquina de la Azúcar. 3 km andando, Toda la mañana para llevar la Marreta al otro Taller.
Maestro Feliciano, Lo llamó y le dijo; coge la Marreta grande y vete arriba al Roque. Y llévasela a Manolito que la necesita.
Media tarde para volver Y así Estuvo diez días cargando barranco arriba, barranco abajo.
Cuando, se iba a volver le dijo Manolito, Chaval llévale el Yunque a Maestro Feliciano que lo necesita.
Hasta que se le encendió una luz y le dijo a Maestro Feliciano. Mire Felicianito. Yo creo que esto de la mecánica, no es lo mío.
Ante la socarronería de los dos mecánicos que les costaba no partirse de risa cada vez que aparecía Periquillo con la pachorra, cargando mandaos.
Me voy a segar pasto y cuidar vacas, Que al menos. Bebo leche y gofio. Y me entiendo con los animales.

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