Creí que la noche estaba cerca, pues al observar la calle de tu pueblo, las luces eran cortinas de lluvia oscura, polvo de hoguera quemada, del corazón de una tierra ardiendo. Cuanto espectáculo dantesco, nunca llovió ceniza durante tanto tiempo, es una niebla funesta, un retablo terrorifico de una tragedia natural, no hay tregua, ni descanso. Tan solo temor y desespero, porque si llueve será tinta de pulpo herido, aceite hirviendo de un caldero. Tu calle tiene moqueta negra de luto largo, de soledad y trinchera herida, tus palmeras son plumas de pavo muerto, tus huellas mensajes de agonía, tu paisaje, sotana de cura de pueblo. Hoy estas sufriendo sacudidas de un infierno, que no tiene noche, ni día. Que no tiene paz ni sosiego, es la cara de una osadia, que está sufriendo esta isla, con aguante y letania.
Aprovecharé esta pizarra negra, para pedir paz y escribir sosiego, es el infierno tiznado quien sobrevive, es la oscura noche de un faro muerto, que lanza señales de auxilio, que grita hacia sus adentros. Que cambia la lucha por la resistencia, el color del humo por lágrimas al viento,
Volcán herido que no das respiro, que borras paisaje con lapicero. Para ya de vomitar tus entrañas basta ya de tanto fuego. No querrás que te recuerden como el más voraz del infierno, arrogante y hervidero, mal nacido y pendenciero, deja respirar a tu pueblo que lleva el orgullo palmero.
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