Y bajo tus ramas una armonía
inquieta, mientras miles de hojas juguetean con la brisa de las cumbres, la
orquesta de la naturaleza entona, trajes de gala visten de color las crestas de
las montañas y renace la esperanza del fuego que un día segó con rabia las
siluetas amables de la isla.
Ayer escuche los pájaros,
aletear con galantería, revoletear tus verdes de papel y susurrar los últimos
piropos de la primavera, es dulce saber de tu hechura de tu manto, de tu
empaque, de tu fuerza que exhibe la coquetería del renacimiento y la pubertad,
verde que se agarra al monte con tupida fortaleza, que encandila al sol devolviendo
luz en color
El pasto crece en tu orilla,
la senda acompaña tu gloria, en ella se marca el camino de tu esencia y tu exuberancia
es motivo de parada, de aliento, de pose en tu honor, con ella se hace eco el
grito de la tierra, la palabra vida, esperanza que enhebra otro ciclo de belleza
con espontánea grandeza a la plenitud
El verano se acerca a su
pasarela, los trajes para la ocasión se bordan en los alisios, no se esconden
las mariposas que decoran los andurriales, ni los saltamontes que buscan parejas
en los prados, los cardos sacan el mejor fucsia para la flor de los quesos y
los gorriones surcan nuevos trazos en las vaguadas de pastizales, tanta luz
potente, mueven a las hormigas a un ciclo de trabajo desgarrador, se preparan
los comensales, los ajustes, los caminos, se vigilan las noches claras de
estrellas para leer señales
Toda la tierra respira el
ciclo de la vida, armonía de color nogal de verdes ramas aliento de belleza
serena que enamora, un verano tocando está a la puerta, entrará aunque no quieras,
es su feudo natural.